Un viento débil pero frío recorría los cuerpos de los guardias en las murallas de Trimbel, mientras la noche avanzaba lentamente.
Después de ser perseguido un buen rato por el lich, Arthur llegó a la posada. En el interior estaba muy cálido; las mesas repletas de personas disfrutando de una buena cena y bebidas.
El joven subió a su habitación sin prestar mucha atención a su alrededor, aunque el aroma a la comida le hacía rugir el estómago.Debía lavarse y cambiarse la ropa destrozada y llena de sangre.
Mientras caminaba hacia su habitación, pensaba para sí mismo:
Maldición, ese maldito lich me hizo gastar lo poco de energía que me quedaba. No pensé que se ofendería tanto por llamar basura a su poesía… Procuraré tener más cuidado la próxima vez.
En fin, tomaré un baño y bajaré a cenar. Necesito reponer mis fuerzas para mañana; también debo preparar una buena estrategia.
Después de entrar a su habitación, se bañó rápidamente y bajó a cenar. Cuando volvió, se dejó caer en la cama y se durmió al instante.
En ese momento, una sombra pequeña entró por la ventana.
Un cuervo siniestro se iluminó con la luz de la vela.
El lich miró al joven dormido en la cama y murmuró:
—Cuando te destrocen mañana en el torneo, vendrás rogándome que te enseñe mis hechizos. Te haré escribir mil poemas todos los días para mí… kakakakak.
Luego se transformó en un esqueleto con túnica y se sentó en su escritorio a escribir y murmurar. Parecía un ser maligno maldiciendo a toda la humanidad.
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Mientras Arthur dormía plácidamente, en la mansión lujosa las cinco personas aún seguían con su charla.
—Jjajajaaj.
Una risa resonó en el salón. El comerciante gordo lanzó una carcajada y dijo:
—¿Eso que dice es verdad, maestro Berul?
El hombre con aspecto erudito acomodó sus lentes y respondió:
—Es así, señor Lerwan. Nuestra Academia Cielo Eterno está dispuesta a comerciar con usted. Es más, estamos dispuestos a darle artefactos y pergaminos que solo nosotros poseemos.
El gordo señor Lerwan sonrió aún más obscenamente.
—Bien, ya que su academia está dispuesta, haremos negocios. A cambio, le brindaré toda la información de la Academia Viento Profundo.
—Jajaja —el erudito Berul rió secamente—. Eso está bien, pero no es lo que más nos interesa obtener de usted.
Lerwan mostró una mirada de desconcierto y preguntó:
—Entonces… ¿qué busca su academia de mí?
Con una mirada afilada, Berul dijo:
—Queremos el cristal de petrificación que ha estado comprando a los mercenarios y contrabandistas en la frontera del país.
Lerwan se sobresaltó y miró a su alrededor. Después de calmarse y suspirar dijo:
—Así que su academia ya tiene esa información… Bien, podemos hacer negocios, pero debo poner unas condiciones.
—¿Cuáles? —preguntó Berul.
—Que no difundan quién les vende esos cristales, que no interfieran con mis negocios y… quiero un pergamino de artes ocultas.
Berul lo pensó por un momento y asintió.
De repente, una voz suave y aterciopelada sonó al lado de Berul.
—Maestro, ¿son esos cristales de petrificación tan importantes como para regalar un arte oculto de nuestra academia?
Era la joven con ojos de fénix. Su voz era tan hermosa como sus ojos.
Berul miró a la joven y asintió.
—Señorita Prina, esto es por lo que la academia nos mandó en esta misión. Es de suma importancia cerrar este negocio.
Otra voz sonó en otro lado de la mesa.
—Maestro, ¿puede decirnos qué son estos cristales?
Berul sopesó por un momento y habló:
—Los cristales de petrificación son minerales muy raros. Solo se pueden conseguir en el Páramo de las Gorgonas; muy pocos pueden entrar ahí y salir con vida.Pero el sacrificio vale la pena, ya que estos cristales tienen propiedades para petrificar incluso a monstruos de cuatro o cinco coronas. La fuerza de lo que pueden petrificar depende de la cantidad de cristales.
Hizo una pausa y continuó:
—Pero no es para lo único que se usan. También han sido utilizados en humanos por asesinos de ciertas organizaciones. Son un poder que debe ser controlado, por lo cual son incautados por el reino y no se permite su venta.
Luego giró para mirar a Lerwan y dijo:
—Pero aquí el señor es uno de los pocos comerciantes que los posee y comercia, ¿no es así, señor Lerwan?
El hombre gordo tosió, casi botando su té, y asintió levemente.
La señorita Prina lo pensó por un momento y preguntó:
—Pero maestro… ¿para qué querría nuestra academia algo así?
El otro hombre, que llevaba el uniforme de profesor de la Academia Viento Profundo, respondió:
—Permítame explicarle, señorita. Como sabrán, en el Bosque Espejismos se dice que habita una bestia de cinco coronas. La Academia Cielo Eterno pretende ir en una expedición y capturar a la criatura. Para eso necesita el poder de los cristales.
—Esta es una ambición impresa en nuestra academia desde el fundador —continuó—. Por ese motivo me infiltré hace diez años en la Academia Viento Profundo, para obtener información sobre alguna medida para acabar con esta bestia.
Cuando terminó, Berul habló:
—Exacto. Esta ambición es la llama que impulsa a nuestra academia. Si podemos hacernos con los materiales de una bestia de cinco coronas, no tendremos rival en este reino —dijo con una luz fría en sus ojos.
Todos asintieron. Lerwan los miró un poco sorprendido, pero no dijo nada.
—Bien, creo que ya se hizo tarde —dijo Berul—. Nos marchamos. Señor Lerwan, gracias por su hospitalidad.
Después de despedirse, el señor Lerwan suspiró y se dejó caer pesadamente en su sofá de cuero animal.
Mientras caminaban hacia un carruaje, Berul miró al joven a su lado y dijo:
—Caron, tu misión mañana es dejar en vergüenza a los aspirantes que quieran unirse a la Academia Viento Profundo. Recuerda: humíllalos y demuestra que nuestra academia es la más fuerte.
El joven Caron sonrió siniestramente y asintió.
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Con la noche fría, las personas en Trimbel descansaban acurrucadas en sus mantas, esperando el nuevo día.Un día donde se definiría a los cinco mejores que entrarían a la academia.Sus sueños estaban llenos de los flamantes combates que los aguardaban.
Fin del capítulo.
