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Chapter 99 - Capitulo 94 - Dia de Descanso 13 (Parte 2)

Capitulo 94 - Dia de Descanso 13 (Parte 2)

Los platos estaban casi vacíos.

Las tazas de café, medio llenas o ya frías.

Las rosquillas reducidas a migas.

El comedor comenzaba a moverse con esa energía que anuncia el fin de una comida: sillas que se arrastran, cuerpos que se estiran, conversaciones que se disuelven.

Owen se levantó primero, frotándose la panza con satisfacción.

Noah cerró su libro, listo para irse a algún rincón tranquilo.

Leshawna se acomodó el cabello, Gwen se puso de pie sin mirar a Cody.

Pero antes de que nadie diera el primer paso hacia la salida, Cody se levantó.

No con brusquedad.

No con urgencia.

Solo lo suficiente para hacerse notar.

"Un momento," dijo Cody, con voz clara.

Todos se detuvieron.

Las miradas giraron hacia él.

Chef levantó una ceja desde la cocina, sin intervenir.

Cody se acomodó la camiseta, dio un paso al frente, y sonrió.

"Hoy es un día especial," dijo Cody.

Hubo un segundo de silencio.

Owen parpadeó.

Noah frunció el ceño.

Gwen se cruzó de brazos.

Y entonces, como si fuera parte del guion, Lindsay se levantó de su asiento con una sonrisa radiante.

"¡Día de Manualidades!" anunció Lindsay, levantando los brazos como si presentara un premio.

La palabra quedó flotando en el aire.

Owen soltó una risa.

Noah se hundió en su silla.

Leshawna levantó las cejas.

Gwen giró los ojos, pero no dijo nada.

Cody se sentó de nuevo, satisfecho.

Lindsay giró sobre sí misma, como si esperara aplausos.

"¡Vamos a hacer cosas lindas! ¡Con pegamento! ¡Y brillantina!" dijo Lindsay.

Chef se cubrió la cara con una mano.

"Y tijeras," añadió Lindsay, como si eso fuera lo más emocionante del mundo.

La mesa volvió a llenarse de murmullos.

Algunos confundidos.

Otros resignados.

Pero nadie se fue.

Porque en ese momento, el día ya había cambiado.

El anuncio flotaba en el aire como una burbuja de brillantina.

"¡Día de Manualidades!" había dicho Lindsay, con los brazos en alto y una sonrisa que parecía sacada de una caja de crayones.

El comedor se quedó en silencio.

No por respeto.

Por desconcierto.

Owen parpadeó, con una rosquilla a medio camino entre la bandeja y su boca.

Noah se quedó quieto, como si esperara que alguien dijera "es broma".

Leshawna se cruzó de brazos, evaluando si esto era una trampa.

Gwen bajó la mirada, sin decir nada, pero sin moverse.

Duncan se levantó sin una palabra, tomó su café, y salió por la puerta trasera como si el anuncio hubiera sido una alarma de incendio.

"¿Manualidades?" dijo Noah, al fin.

"¿Con qué?" preguntó Leshawna.

Cody se levantó.

No con prisa.

No con dramatismo.

Solo con esa calma que precede a una revelación.

Se fue hacia la esquina del comedor, donde había dejado su mochila.

La levantó con ambas manos, la colocó sobre la mesa, y la abrió.

Lo que salió no era lo que esperaban.

Primero, ramas largas, delgadas, limpias.

Luego, piedras planas, algunas con formas curiosas.

Unas hojas secas, otras verdes, todas cuidadosamente seleccionadas.

Trozos de corteza, cuerdas naturales, pequeñas flores prensadas entre papel.

Un frasco con agua turbia y algo flotando dentro.

Unas tiras de tela deshilachada.

Unas semillas redondas, brillantes.

Unas plumas que parecían de ave grande, limpias, ordenadas.

Y luego, de una bolsa aparte, sacó lo que había conseguido de los pasantes:

Hilos de plástico para pulseras.

Pegamento escolar.

Brillantina dorada, plateada y azul.

Todo se colocó sobre la mesa como si fuera una exposición.

Nadie habló.

Owen se inclinó hacia adelante, con los ojos abiertos.

"¿Recolectaste todo eso?" dijo Owen.

Cody asintió.

"Desde el amanecer," dijo Cody.

Noah se acercó, tomó una piedra, la giró entre los dedos, la dejó en su sitio.

"Esto parece una tienda de arte tribal," dijo Noah.

Leshawna tomó una rama, la midió con los ojos, luego la dejó junto a unas hojas.

"¿Y qué se supone que hagamos con esto?" dijo Leshawna.

"Lo que quieran," dijo Cody. "Pulseras, colgantes, figuras, decoraciones. No hay reto. Solo creatividad."

Gwen se acercó sin decir nada.

Tomó una pluma, la giró, la observó contra la luz.

Luego se sentó de nuevo, con la pluma en la mano.

Owen ya estaba armando una pulsera con los hilos de plástico.

Noah había empezado a separar las piedras por tamaño.

Leshawna buscaba una base para hacer un atrapasueños improvisado.

Gwen seguía en silencio, pero no se había ido.

Y Lindsay, por supuesto, ya tenía brillantina en los codos.

Chef los miró desde la cocina, sin intervenir.

Solo sacudió la cabeza y volvió a preparar café.

Duncan no volvió.

Pero los demás se quedaron.

Porque en ese momento, el "Día de Manualidades" ya no era una broma.

Era una pausa.

Una tregua.

Un espacio donde el juego se detenía, y las manos hacían algo distinto.

La mesa se había transformado.

Ya no era solo un lugar para comer.

Era un taller improvisado, lleno de ramas, piedras, hilos, pegamento y brillantina.

Las bandejas de desayuno habían sido desplazadas por montones de hojas secas, plumas, y pequeños frascos con materiales recolectados.

El aire olía a café, pero también a madera recién tallada y a pegamento escolar.

Cada uno trabajaba en silencio, concentrado en su proyecto.

Lindsay estaba en su elemento.

Tenía los hilos de plástico extendidos como si fueran cintas de colores en una tienda de regalos.

Sus dedos se movían con rapidez, entrelazando, anudando, ajustando.

Cada tanto, agregaba una cuenta brillante, una gota de pegamento con brillantina, o una flor prensada que había encontrado entre los materiales de Cody.

Su primera pulsera fue rosa y azul, con un pequeño corazón de papel en el centro.

La segunda, verde y dorada, con una pluma en el nudo final.

Cuando las terminó, se levantó con una sonrisa radiante y caminó hacia Beth y Heather, que estaban sentadas juntas, observando los materiales sin saber por dónde empezar.

"¡Pulseras de amistad!" dijo Lindsay, extendiendo las manos.

Beth la recibió con una sonrisa tímida.

Heather la miró con sorpresa, luego con curiosidad, luego con algo que parecía... gratitud.

Cody estaba cerca, tallando una pieza de madera con una pequeña navaja que había conseguido de los pasantes.

Observó la escena sin intervenir.

Heather giró la pulsera entre los dedos, como si no supiera qué hacer con ella.

"Es bonita," dijo Cody, sin levantar la vista. "Hiciste una buena amiga."

Heather no respondió.

Pero no se quitó la pulsera.

Lindsay volvió a su lugar, emocionada, y sacó un pequeño collar que había estado preparando en secreto.

Era sencillo: una cuerda trenzada con cuentas de madera, una hoja seca en el centro, y un toque de brillantina en los bordes.

Lo colocó frente a Cody sin decir nada.

"Para ti," dijo Lindsay.

Cody lo tomó, lo giró entre los dedos, lo observó con atención.

"Gracias," dijo Cody.

Lindsay volvió a sentarse, ya trabajando en otra pulsera.

Owen había hecho un cinturón.

No uno funcional, sino uno decorativo, con ramas entrelazadas, cuentas grandes, y una hebilla improvisada hecha con una piedra plana.

Lo colocó sobre su panza como si fuera un trofeo.

"¡El cinturón de la amistad!" dijo Owen.

Noah había hecho un organizador de piedras.

No decorativo.

Práctico.

Una base de madera con ranuras donde colocó cada piedra según tamaño, color y textura.

Parecía más una herramienta que una manualidad.

Leshawna había hecho un atrapasueños.

Usó una rama circular, hilos de colores, plumas, y cuentas.

Lo colgó en la ventana del comedor, donde el sol lo atravesaba y proyectaba sombras sobre la mesa.

Gwen había hecho una figura abstracta.

No explicó qué era.

Solo usó ramas, pegamento, y una piedra negra en el centro.

La colocó frente a ella y no volvió a tocarla.

Cody seguía tallando.

Tenía cuatro piezas de madera frente a él.

Cada una con una forma distinta.

Cada una con un significado.

Eran collares.

Tallados a mano, con cuerda natural y detalles mínimos, pero precisos.

El primero era un oso.

Redondo, fuerte, con patas cortas y una expresión amable.

Lo lijó con cuidado, le hizo una ranura para pasar la cuerda, y lo colocó sobre la mesa.

El segundo era un búho.

Con ojos grandes, alas extendidas, y detalles en las plumas.

Lo talló con precisión, usando la punta de la navaja para marcar las líneas del rostro.

El tercero era un cuervo.

Alargado, oscuro, con el pico curvado y las alas cerradas.

Lo pintó con una mezcla de tierra y agua, dándole un tono grisáceo.

En el pecho del cuervo, talló una pequeña espiral, apenas visible, como si fuera un secreto guardado.

El cuarto era un lobo.

No agresivo.

Sereno.

Con la cabeza en alto, las orejas atentas, y el cuerpo en movimiento.

Cuando los terminó, los colocó en fila.

Luego tomó las cuerdas, los hilos, y los armó como collares.

Se levantó, tomó el oso, y se acercó a Owen.

"Para ti," dijo Cody. "El oso del amor."

Owen lo recibió como si fuera un trofeo olímpico.

"¡Soy el oso!" dijo Owen, colocándoselo de inmediato.

Luego fue hacia Noah.

"El búho sabio," dijo Cody.

Noah lo tomó, lo giró entre los dedos, lo observó con atención.

"Está bien hecho," dijo Noah.

Después, Cody se acercó a Gwen.

"El cuervo," dijo Cody.

Gwen lo miró, lo tomó sin decir nada, y lo sostuvo un momento antes de colocárselo.

"El mensajero de lo que no se dice," dijo Gwen, sin mirarlo.

Cody no respondió.

Solo asintió.

Por último, Cody se colocó el lobo.

Lo ajustó al cuello, con un nudo firme.

Gwen lo miró de reojo.

"El protector de su manada" dijo Gwen.

Cody sonrió, apenas.

El comedor estaba en silencio.

Pero no era incómodo.

Era el tipo de silencio que aparece cuando todos están ocupados en algo que no requiere palabras.

Y en ese momento, el "Día de Manualidades" ya no era solo una actividad.

Era una pausa.

Una tregua.

Un espacio donde cada uno había hecho algo con las manos, y con eso, había dicho algo que no podía decir con palabras.

El comedor se había convertido en un caos controlado.

Las mesas estaban cubiertas de materiales: ramas, piedras, hojas, hilos, brillantina, pegamento, cuentas, plumas, y restos de lo que alguna vez fueron servilletas.

El aire olía a madera, azúcar y creatividad forzada.

Lindsay seguía haciendo pulseras, ahora con una técnica que parecía inventada en el momento.

Tenía una hilera de hilos colgando del respaldo de su silla, y cada vez que terminaba una, la lanzaba al aire como si fueran confeti.

"¡Esta es para ti, Leshawna!" dijo Lindsay, entregándole una pulsera con cuentas verdes y una pluma azul.

Leshawna la tomó con una sonrisa.

"Gracias, chica. Está linda."

"¡Y esta es para ti, Noah!" dijo Lindsay, lanzándole otra.

Noah la atrapó sin mirar, la dejó sobre la mesa, y siguió trabajando en lo suyo.

"Voy a usarla para marcar mi taza," dijo Noah. "Así nadie más la toca."

Beth estaba haciendo un collage con hojas secas y pétalos.

Tenía una hoja de papel doblada por la mitad, y en la portada había pegado una flor aplastada con cinta adhesiva.

"Es una tarjeta," explicó. "Para mi mamá."

Heather, a su lado, estaba haciendo algo que parecía una corona.

Había trenzado ramas delgadas con cintas de colores y estaba pegando pequeñas piedras en los bordes.

"¿Es para ti?" preguntó Beth.

Heather no respondió.

Solo siguió trabajando, con la lengua entre los dientes y la mirada fija.

Owen había abandonado el cinturón de la amistad y ahora estaba construyendo una figura con ramas y pegamento.

Tenía forma de dinosaurio.

O de perro.

O de algo.

"¡Es un Owen-saurio!" dijo, levantándolo con orgullo. "¡Tiene cola y todo!"

"¿Eso es la cola?" dijo Noah.

"¡Sí! ¿Qué pensaste que era?"

Noah no respondió.

Leshawna había terminado su atrapasueños y ahora ayudaba a Gwen a pegar una piedra negra en el centro de su figura abstracta.

"¿Qué es?" preguntó Leshawna.

"No sé," dijo Gwen. "Pero me gusta."

"Parece un tótem," dijo Cody, desde su lugar.

Gwen no respondió, pero no lo negó.

Noah había empezado un segundo proyecto: una especie de caja hecha con ramas y pegamento, reforzada con hilo.

"Es para guardar cosas," dijo Noah. "Como paciencia. O sarcasmo."

"¿Y cabe todo eso ahí?" preguntó Leshawna.

"No, pero es un buen intento."

Cody observaba desde su lugar, con el collar del lobo ya colgado al cuello.

No tallaba más.

Solo miraba.

Heather terminó su corona y se la colocó.

No dijo nada.

Pero no se la quitó.

Cody le sonrió.

"Te queda bien."

Heather no respondió.

Pero tampoco se la quitó.

Lindsay seguía haciendo pulseras.

Ya tenía una pila.

Algunas eran para nadie.

Otras, para todos.

"¡Esta es para Chef!" dijo, corriendo hacia la cocina.

Chef la recibió con una mezcla de resignación y ternura.

"Gracias," dijo Chef, colocándosela en el brazo como si fuera una esposas de colores.

"¡Y esta es para Chris!" gritó Lindsay, aunque Chris no estaba.

"Guárdala," dijo Noah. "Tal vez la necesite cuando lo encierren."

La risa fue general.

Incluso Gwen sonrió.

El comedor estaba lleno de ruido, de movimiento, de cosas que no tenían sentido pero sí intención.

No era un reto.

No había premio.

Solo un momento donde todos hacían algo con las manos, y eso bastaba para que el día se sintiera distinto.

El comedor parecía una mezcla entre feria de arte y zona de desastre.

Las mesas estaban cubiertas de ramas, piedras, hojas, hilos, brillantina, pegamento, cuentas, plumas, y restos de lo que alguna vez fueron servilletas.

El aire olía a café, azúcar, madera y creatividad forzada.

Geoff llegó con su sombrero ladeado, sonrisa amplia, y cero contexto.

Se sentó junto a Owen, tomó un puñado de cuentas y empezó a hacer una cadena que parecía más una cuerda de surf que un collar.

"¡Esto va a ser mi collar de energía positiva!" dijo Geoff, mientras pegaba una flor seca en el centro.

"¿Y eso qué hace?" preguntó Owen.

"Te hace ver buena vibra," dijo Geoff. "Aunque estés perdiendo."

DJ estaba más reservado.

Había tomado una rama gruesa, la había lijado con cuidado, y estaba tallando algo con la punta de una cuchara.

No hablaba mucho, pero su expresión era tranquila.

Cada tanto, miraba a los demás, sonreía, y volvía a trabajar.

"¿Qué estás haciendo?" preguntó Bridgette, sentándose a su lado.

"Un tótem," dijo DJ. "Para mi abuela."

Bridgette sonrió, tomó unas hojas secas, y empezó a hacer una especie de móvil.

Colgaba las hojas con hilo, intercalando plumas y cuentas, como si fuera una decoración para una ventana de playa.

Le añadió una piedra plana pintada con tierra, y en el centro pegó una concha que había encontrado cerca del muelle días atrás.

"Esto lo colgaría en mi casa," dijo Bridgette.

Courtney estaba en otra mesa, con los brazos cruzados, mirando los materiales como si fueran parte de un examen.

Al principio, parecía que iba a organizar todo.

Pero luego, sin decir nada, tomó una rama delgada, la dobló con cuidado, y empezó a trenzarla con hilo.

No había reglas.

No había horarios.

Solo sus manos moviéndose, concentradas.

Lindsay se acercó con una pulsera.

"¡Para ti!" dijo Lindsay.

Courtney la tomó, la miró un segundo, y se la colocó en la muñeca sin decir nada.

"¿Qué estás haciendo?" preguntó Leshawna.

"No sé," dijo Courtney. "Pero me gusta."

Harold estaba en su mundo.

Había tomado una piedra plana, la había pintado con tierra y agua, y estaba dibujando símbolos con un palillo.

Parecía concentrado, como si estuviera haciendo una runa mágica.

"Esto es una piedra de enfoque," dijo Harold. "Para canalizar la energía mental."

Noah lo miró de reojo.

"¿Y funciona?"

"Sí," dijo Harold. "Pero solo si no la tocas."

Cody observaba desde su lugar, con el collar del lobo colgado al cuello.

No tallaba más.

Solo miraba.

Heather seguía con su corona.

Beth con su tarjeta.

Leshawna con su atrapasueños.

Gwen con su figura abstracta.

Lindsay con sus pulseras.

Owen con su Owen-saurio.

Geoff con su collar de energía.

DJ con su tótem.

Bridgette con su móvil playero.

Courtney con su trenza de hilo y rama.

Harold con su piedra mágica.

Noah con su caja de sarcasmo.

Chef los miraba desde la cocina, sin intervenir.

Solo sacudía la cabeza y servía más café.

El comedor estaba lleno de ruido, de movimiento, de cosas que no tenían sentido pero sí intención.

No era un reto.

No había premio.

Solo un momento donde todos hacían algo con las manos, y eso bastaba para que el día se sintiera distinto.

El comedor estaba lleno de risas suaves, miradas satisfechas, y creaciones que, aunque imperfectas, tenían algo de cada uno.

Pulseras, collares, figuras, atrapasueños, móviles, coronas, cajas, piedras pintadas.

Todos estaban felices.

No por el resultado, sino por el momento.

Cody estaba guardando los restos de madera que no había usado, cuando sintió una mano tocarle la espalda.

Se giró.

Era Lindsay.

Sonreía, pero no como siempre.

No con esa energía explosiva.

Era una sonrisa más suave, más íntima.

"¿Podemos salir un momento?" dijo Lindsay.

Cody asintió, sin preguntar.

Salieron por la puerta lateral del comedor.

El aire afuera era fresco, el sol ya bajaba, y el bosque se movía lento, como si también estuviera descansando.

Lindsay caminó unos pasos, luego se detuvo.

Cody se quedó a su lado.

"Gracias," dijo Lindsay. "Por todo esto."

Cody la miró, sin entender del todo.

"Desde que me inscribí," dijo Lindsay, "yo quería hacer cosas así. Manualidades. Con amigas. Sentirme parte de algo. Y hoy... fue eso."

Cody no dijo nada.

Solo la escuchaba.

"No sabes lo importante que fue," dijo Lindsay. "De verdad."

Estaba emocionada.

Sus manos se movían al hablar.

Su cuerpo también. Sus pechos se agitaban

Y Cody, por un momento, se distrajo.

No por malicia.

Por reflejo.

Por nervios.

Lindsay lo notó.

Pero no se molestó.

Sonrió.

Y sin decir nada más, se acercó y lo besó.

No fue un beso tímido.

Fue directo.

Apasionado.

Como si quisiera agradecer con todo lo que tenía.

Cody se quedó quieto al principio.

Luego respondió.

Sus manos se movieron, inseguras, buscando dónde ir. Recorriendo su pecho y su trasero.

Pero apenas lo hicieron, Cody se detuvo.

Separó a Lindsay con cuidado.

No con brusquedad.

Solo con firmeza.

"No," dijo Cody. "Esto está mal."

Lindsay lo miró, sin enojo.

Solo sorprendida.

Cody bajó la mirada.

Lindsay se quedó quieta un momento, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes.

No parecía avergonzada.

Solo vulnerable.

"Es mi forma de agradecerte," dijo Lindsay, con voz suave. "Por ser tan bueno conmigo."

Cody no respondió.

No sabía cómo.

Lindsay sonrió, se acomodó el cabello detrás de la oreja, y dio un paso hacia la puerta.

"Gracias," dijo otra vez, antes de entrar.

La puerta se cerró con un sonido leve.

El comedor volvió a tragarse la energía de todos los que seguían adentro, riendo, creando, compartiendo.

Cody se quedó afuera.

Solo.

Con el collar del lobo colgando del cuello y las manos en los bolsillos.

Miró al cielo.

El sol ya se había escondido detrás de los árboles, pero el cielo aún guardaba tonos dorados, naranjas, y un azul profundo que empezaba a tomar el control.

Las nubes se movían lentas, como si no tuvieran prisa.

El aire era fresco, pero no frío.

Cody respiró hondo.

Pensaba en Gwen.

En Lindsay.

En Courtney.

En lo que había pasado.

En lo que no debía pasar.

En lo que ya no podía evitar.

Todo se había vuelto más difícil.

Más confuso.

Más real.

Y el cielo, inmenso y silencioso, no ofrecía respuestas.

Solo espacio.

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