Laura takes John on an erotic journey of domination and submission, where his role as a cuckold intensifies. Can he endure the humiliation and pleasure his relationship with Laura brings?
After weeks of intense testing and calculated humiliation, Laura finally accepted him as her boyfriend. John felt euphoric, as if he had conquered an unreachable mountain. But even in that moment of victory, Laura didn't lose her dominant touch. She led him to a secluded corner of the bar where they often met, their lips met in a passionate kiss, and before John could react, she pushed him against the wall, her hands exploring his body with an urgency that left him breathless. In one fluid motion, Laura slid down, unbuttoning his jeans and freeing his member, which was already hard and throbbing.
"Do you think you deserve this?" she whispered, her breath hot against his ear, as she guided his cock to her wet entrance. John couldn't respond; he just nodded, feeling her envelop him in her warmth. Laura mounted him right there, her hips moving with a rhythm that left him dizzy. Each thrust was a reminder of who was in charge, but also a reward for his perseverance.
"Do you want me, cuckold?" she asked, her eyes shining with a mixture of defiance and desire. John could only moan, his hands clamping down on her hips as she increased her speed, her body trembling with every movement. Laura smiled, satisfied with his submission, and kissed him deeply before pulling away, leaving him panting against the wall.
"We're leaving now, but remember who's in charge," she said, adjusting her clothes with a calmness that belied the intensity of the moment. John nodded, still dazed, and followed her outside, where the night enveloped them in darkness.
Over time, Laura began to pay more attention to him, although her pride never completely disappeared. She took him to parties, introducing him as her boyfriend, but there was always an underlying game, a subtle humiliation that John learned to enjoy. At one of those parties, Laura led him to a secluded room, where a man with a huge cock was waiting.
"Watch it, cuckold," she said, pushing him into a chair. "I want you to see me get fucked like a bitch."
John se sentó, su corazón latiendo con fuerza, mientras Laura se arrodillaba frente al hombre, su boca envolviendo su miembro con una habilidad que lo dejó boquiabierto. Luego, ella se montó sobre él, sus caderas moviéndose con una ferocidad que hizo que John se llevara una mano a su propia polla, masturbándose en silencio mientras observaba la escena. El olor de su trasero mojado lo inundó cuando ella se inclinó hacia atrás, su rostro cerca del suyo, y John no pudo evitar olfatear su aroma, sintiendo cómo su miembro palpitaba con cada movimiento de ella.
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Laura, su voz cargada de burla. John asintió, su rostro enrojecido, mientras ella se reía y continuaba montando al hombre con una intensidad que lo dejó sin aliento.
En otra ocasión, Laura lo llevó a un club con temática de vaqueros. Ella vestía como una cowgirl, sus botas brillando bajo las luces, y John no pudo evitar sentirse excitado por su apariencia. En el escenario, Laura se subió a un hombre vestido como un vaquero, sus movimientos salvajes y desinhibidos. John se masturbó en un rincón oscuro, observando cómo ella era rellenada una y otra vez, su cuerpo temblando con cada embestida.
—Ven aquí, cornudo —lo llamó ella después, su voz ronca por el esfuerzo. John se acercó, y Laura, aún jadeante, tomó sus medias y las usó para masturbar su miembro, que creció y se puso duro entre sus manos.
—Eres tan pequeño —susurró ella, riendo—, pero me encanta cómo te pones cuando me ves follar.
John no respondió; solo cerró los ojos, disfrutando de la sensación de sus manos sobre él, sabiendo que era su juguete, su propiedad.
Con el tiempo, Laura lo llevó a un nuevo nivel de sumisión. En una noche particularmente intensa, lo hizo observar cómo su trasero aplastaba una polla, sus movimientos lentos y deliberados, como si estuviera disfrutando de su poder sobre el hombre debajo de ella. John se masturbó mientras veía la escena, su miembro palpitando con cada movimiento de ella.
—¿Te gusta ver cómo lo aplasto? —preguntó Laura, su voz cargada de burla. John asintió, su rostro enrojecido, mientras ella se reía y continuaba su juego.
Cuando terminó, Laura se acercó a él, su cuerpo aún brillando con el sudor del esfuerzo.
—Límpiame, cornudo —ordenó ella, y John obedeció, usando un paño para limpiar su trasero con cuidado, su toque lleno de amor y devoción.
—Eres tan lindo —susurró ella, besándolo suavemente en los labios—. Mi cornudo perfecto.
Luego, Laura lo empujó hacia atrás, sus pechos aplastando su rostro, su aroma inundándolo mientras ella lo humillaba con su dominio.
—¿Te gusta mi cara pervertida? —preguntó ella, su voz cargada de burla. John solo pudo gemir, su rostro enterrado en sus pechos, mientras ella reía y lo abrazaba con fuerza.
La noche terminó con John exhausto pero satisfecho, sabiendo que era parte de un juego que nunca terminaría, un juego en el que Laura siempre sería la ganadora. Y él, su cornudo devoto, no podía imaginar nada mejor.
The scene remained there, suspended in time, with John trapped in Laura's embrace, his future uncertain but full of promises of more humiliation and pleasure. What would come next? Only Laura knew, and John was determined to discover it, step by step, in their endless game of domination and submission.
