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Chapter 1 - Capítulo 1 — Poder

Colombia, 11:00 a. m.

Juan Camilo se despertó tarde.

No fue el clásico sobresalto de quien ha dormido de más, sino algo distinto: una calma incómoda. Su cuerpo se sentía liviano, descansado de una manera que no encajaba con la noche anterior, pero su mente estaba despierta, alerta, como si hubiera dormido demasiado bien.

Vivía solo, en una pequeña casa a las afueras de un pueblo grande, donde la rutina era lo único constante. Los días eran iguales, y eso siempre le había parecido suficiente.

Se levantó, fue a la cocina y encendió la estufa. Puso agua a hervir para preparar café.

Mientras esperaba, los recuerdos llegaron.

La reunión familiar de Año Nuevo.

Risas fuertes. Música vieja. Copas que no dejaban de llenarse.

Recordaba haberse despedido a las 12:20 de la madrugada, caminando torpemente hacia su casa, convencido de que al día siguiente no sería funcional.

Pero ahora estaba ahí.

Sin dolor de cabeza.

Sin náuseas.

Sin esa pesadez típica del exceso.

Cuando el agua hirvió, tomó la olla con la mano desnuda y sirvió el café.

Se quedó quieto.

No había sentido absolutamente nada.

El calor, simplemente, no existió.

Frunció el ceño. Con el pan en una mano y la taza humeante frente a él, encendió el televisor.

Un titular ocupó toda la pantalla, letras blancas sobre fondo azul:

"¿SUPERPODERES?"

El presentador, serio, hablaba con una gravedad poco habitual:

—En las últimas horas, testigos aseguran haber visto a un joven en el departamento del Cauca capaz de levantar objetos imposibles para cualquier ser humano. Las imágenes son de baja calidad, pero muestran claramente a una persona arrastrando un vehículo como si fuera de papel.

El video apareció: grabaciones temblorosas, luces de madrugada, gritos nerviosos y una silueta levantando estructuras demasiado grandes para ser reales.

Juan Camilo mordió el pan sin darse cuenta.

Unas gotas de café cayeron sobre su pie descalzo.

No sintió nada.

El presentador continuó:

—Lo más inquietante es que estos casos no son aislados. Reportes similares han llegado desde Brasil, India, Nigeria y Estados Unidos. Todos coinciden en algo: los sucesos ocurren en países con poblaciones cercanas o superiores a los cincuenta millones de habitantes.

Juan Camilo se quedó inmóvil.

El Cauca.

Su departamento.

Apagó el televisor.

Fue a la cocina, encendió el mechero y, sin pensarlo más, colocó la mano directamente sobre la llama.

Nada.

Ni dolor.

Ni quemaduras.

Ni reflejo de retirada.

Solo silencio.

Se quedó mirando su mano durante varios segundos. Entonces lo entendió.

Él era uno de ellos.

Durante las dos horas siguientes experimentó en secreto. No intentó nada espectacular. Solo pruebas pequeñas, controladas.

Descubrió que podía volar. Primero unos centímetros, luego metros, luego desaparecer entre las nubes.

Descubrió que de sus ojos emergía un calor invisible capaz de derretir metal.

Descubrió que su mente funcionaba a una velocidad absurda.

En apenas una hora y media memorizó doscientas palabras en inglés: significado, pronunciación, uso correcto. No era memoria mecánica. Era comprensión total.

Su respiración se volvió profunda y poderosa.

Su audición captaba sonidos lejanos.

Y su piel… su piel ya no parecía dañarse por nada que proviniera de la fuerza humana.

Entonces apareció el pensamiento inevitable:

Si yo tengo poderes… alguien más también los tiene.

Y esa idea lo llevó a una conclusión aún más inquietante:

Esto va a ser un caos.

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