la mujer que Desafió a un Dios Demonio cap 10
El ambiente tembló.
Kahos, con una sonrisa sádica que casi le llegaba a las orejas, disfrutaba cada choque contra Itsurō Kuro.
Cuando Kuro lanzó un corte diagonal —rápido, limpio, perfecto— Kahos creyó ver su oportunidad.
—¡Fallaste, humano! —rugió, lanzándose para aplastarlo.
Pero entonces, una voz...
Una sola palabra...
Pronunciada como un eco que no provenía de ningún lugar físico.
"Kahos."
El demonio se detuvo en seco.
Su puño quedó a centímetros del rostro de Kuro.
La expresión de Kahos, antes deformada por la arrogancia y la sed de sangre, se quebró.
Sus ojos, siempre llenos de superioridad, se abrieron con un terror tan puro que ni Kiku ni Viktor —viendo el combate desde lejo — lograron entenderlo.
—N–No... no... no... —susurró temblando—. Él... él no puede estar aquí...
Retrocedió como un animal acorralado.
—Kuro... —balbuceó—. Mátame... mátame ahora...
El aire se partió.
Una grieta oscura se abrió en silencio absoluto.
Y desde ella descendió el Quinto Rey Demoníaco.
No traía furia.
No traía rugidos ni explosiones.
Solo silencio.
Un silencio tan denso que el mundo entero pareció contener la respiración.
Kuro, al sentir aquella presencia, sonrió como un niño frente a su dulcería favorita.
—Por fin... —susurró emocionado—. El combate se pone interesante.
De la grieta emergió una figura colosal:
Otro ser demoníaco.
Pero no vino solo.
Tras él, cayeron dos sombras gemelas:
un demonio varón, con una sonrisa enferma y ojos encendidos por el deseo de combate;
una demonio mujer, igual de feroz, pero con mirada fría y calculadora.
El demonio que salio de la grieta habló con absoluta calma:
—Hikaro. Hikari.
Los gemelos inclinaron la cabeza.
Sus espadas aparecieron en sus manos con un movimiento perfecto.
—Por fin un pelea hace años que no tuve la oportunidad de matar mas humanos, —dijo el varón.
—Morias por el filo de nuestras espadas, humano —añadió la mujer.
Ambos se lanzaron contra Kuro.
El fundador suspiró, aburrido.
—Ya empiezan a ser molestos...
Los tres desaparecieron en un intercambio de espadas tan rápido que ni Viktor ni Kiku pudieron verlo.
Mientras tanto, El demonio nuevo descendió lentamente ante Kahos.
El demonio cayó de rodillas sin poder sostener la mirada de su superior.
—R-Rey Gōsai.. yo... yo... p–permítame expli—
Gōsai levantó una mano.
Kahos quedó paralizado.
La mano del Rey lo tomó por la cabeza con una fuerza tan brutal que el suelo se rompió en pedazos bajo sus pies.
Sin una palabra,Gōsai lo hundió hacia abajo.
Atravesaron tierra, roca, magma.
Cayeron.
Y cayeron.
Hasta llegar al corazón ardiente del mundo.
El calor era tan extremo que cualquier humano habría desaparecido en un instante.
Kahos jadeaba, su piel derritiéndose gota a gota.
Gōsai abrió sus dedos.
—Desmembramiento.
La carne de Kahos se abrió como una flor carmesí, sus seis corazones demoníacos expuestos y latiendo con desesperación.
Kahos gritó.
Gōsai ni pestañeó.
Una aguja oscura apareció entre sus dedos.
—Kahos, Kahos, Kahos... —murmuró—. Si fuera por mí, habrías muerto haces milenio.
Insertó la aguja.
Uno de los corazones explotó.
Los gritos se perdieron en el vapor.
Otra aguja.
—Eres el demonio de las mentiras... pero sigues siendo parte importante de nuestra monarquía. Nuestro Maestro así lo decidió.
Otro corazón estalló.
Kahos lloraba, temblaba, intentaba pedir perdón entre espasmos.
—P–Por favor... no vuelvo decir ... que usted era un—
Gōsai sonrió levemente.
—No lo hago por enojo. No lo hago por orgullo.
Lo hago porque rompiste una orden directa de nuestro Maestro.
Eso es un pecado imperdonable.
Y la próxima vez... no seré tan piadoso.
Acercó otra aguja.
—Soy el Demonio del Juicio.
Mi deber es asegurar que pecadores, humanos o demonios... cumplan las reglas.
Sin excepción.
Otro corazón estalló.
Gōsai tomó a Kahos por la mandíbula y lo lanzó hacia arriba con una fuerza abismal.
El demonio ascendió kilómetros, atravesó capas de roca y salió disparado de vuelta al campo de batalla, cayendo como un cadáver viviente.
Gōsai emergió detrás de él, atravesando el suelo como si fuera agua.
Kahos temblaba como un niño indefenso.
—Sígueme —ordenó Gōsai—. Basta de juegos. Nos vamos.
Kahos asintió sin poder hablar.
Fue entonces cuando Akari apareció cargando a Zafiro.
Aterrizaron con suavidad.
Zafiro se bajó, miró a Gōsai directamente a los ojos y dijo a Akari:
—Busca a Kiku y a Viktor. Segunda y tercera generación... los necesito ya.
Akari desapareció de inmediato.
Gōsai sin apartar su mirada de Zafiro, dio una orden seca:
—Kahos. Mata a este humano que se escapo.
Kahos salió despedido a la misma velocidad para asesinarlo.
Zafiro dio un paso al frente.
Levantó el rostro, desafiándolo sin miedo.
—Te daré una oportunidad, demonío —dijo con voz fría—. Lárgate.
Y vivirás.
Gōsai la observó como si estudiara a una criatura curiosa.
—¿Y si no lo hago... humana?
Zafiro sonrió.
—Entonces —sus ojos se iluminaron en un azul asesino— te borraré de este plano existencial.
Gōsai soltó una carcajada.
—¿De verdad crees que un simple ser humano puede amenazar a un ser divino como yo?
Quiero terminar esto pronto. Debo reunirme con mi Maestro.
Así que...
Su voz se volvió un filo helado.
—Te mataré rápido.
