El departamento estaba en silencio. Misato no volvería hasta el día siguiente, lo había dicho por teléfono, su voz distorsionada por el alcohol y el cansancio: "No me esperen despiertos, chicos". Como si fuera a quedarme en vela por ella. Como si a alguien le importara lo que hacía.
Shinji estaba en su habitación, como siempre. "Patético". Como siempre.
Asuka se paró frente a su puerta, los nudillos blancos de tanto apretar los puños. Podía oír el sonido amortiguado de su respiración, el crujido de las sábanas cuando se movía. Débil. Pero está ahí. Y eso era suficiente.
Empujó la puerta sin llamar.
La luz del pasillo entraba por la ouerta, iluminando su figura encogida bajo las cobijas. Como un niño. Como siempre.
—¿Qué…? —Su voz sonó ahogada, confundida. Como si no supiera qué hacer cuando alguien lo buscaba.
Asuka no respondió. Cerró la puerta detrás de sí con un golpe seco. El sonido hizo que Shinji se incorporara, los ojos abiertos como platos, el cabello despeinado. Patético.
—¿Asuka? ¿Qué pasa?— hablo bajito él.
—Nada. Nada pasa.Nunca pasa nada.— dijo Asuka mientras se quitaba la camiseta de un tirón, dejando al descubierto sus senos pequeños y los pezones duros por el frío. —Mírame.— Maldita sea, mírame.
Shinji tragó saliva. Al menos reacciona a esto.
—No… no deberías estar aquí —murmuró, pero no apartó la vista. Cobarde.
Asuka se subió a la cama, arrodillándose sobre él, sintiendo cómo su cuerpo tenso se hundía bajo su peso. No te atreves a empujarme. Nunca te atreves a nada.
—Cállate —le ordenó, agarrándole la muñeca y colocando su mano sobre su pecho. Tócame. O te obligaré.
Shinji intentó retroceder, pero no había a dónde ir. La cama chocaba contra la pared. Perfecto.
—Asuka, esto no está bien…
—Schließ den Mund.— Cerró su boca con un beso brusco, sus dientes chocando contra los de él. No es un beso. Es una orden. Sus manos bajaron, desabrochando el botón de su pijama, metiéndose dentro. No te atrevas a detenerme.
Él no lo hizo.
Sus dedos encontraron lo que buscaban: su pene, blando al principio, pero empezando a endurecerse. Claro. A los hombres les gusta esto. Aunque sea conmigo.
Lo empujó contra el colchón, sus piernas astralándose sobre sus caderas. Ahora. Hazlo ahora. Antes de que pueda pensar. Antes de que ella pueda pensar.
Shinji jadeó cuando sintió su mano guiándolo hacia su entrada. Está mojada.
—No… yo no… no sé…
—Du wirst es tun.— Lo penetró con un movimiento seco, un dolor agudo que la hizo morderse el labio. Duele. Pero duele menos que ser ignorada.
Shinji gemió, pero no la detuvo. Nunca la detiene.
Sus caderas empezaron a moverse, lentas al principio, luego más rápido, más fuerte, como si pudiera llenar el vacío que llevaba dentro. Mírame. Dime que soy tuya. Dime que valgo algo.
Pero Shinji solo cerraba los ojos, como si no pudiera soportar verla. Como si ella fuera el monstruo.
Asuka lo montó con furia, clavándole las uñas en los hombros, dejando marcas. Que duela. Que recuerdes esto. Sus muslos ardían, su vagina palpitaba alrededor de él, pero no era suficiente. Nada era suficiente.
Cuando terminó, se quedó ahí, jadeando, sintiendo cómo su semen resbalaba entre sus piernas. Listo. Ya no soy virgen. Ya no soy una niña.
Shinji seguía inmóvil, respirando con dificultad, como si acabara de despertar de un sueño. O de una pesadilla. No me importaba.
Asuka se bajó de él, sintiendo el líquido caliente escurrirse por sus muslos. Asqueroso.
Se vistió en silencio, observando cómo Shinji se cubría con las sábanas, como si eso pudiera borrar lo que acababa de pasar.
—Si le dices a alguien… —empezó, su voz baja y peligrosa— te juro que te arruino. —A todos les diré que me violaste.Nadie te creerá a ti.
Él asintió, los ojos brillantes. Siempre el cobarde.
Asuka salió de la habitación, cerrando la puerta sin hacer ruido.
Mañana actuaría como si nada hubiera pasado. Mañana volvería a ser la mejor piloto, la más fuerte, la que no necesita a nadie.
Pero esta noche, alguien la había tocado. Y eso era más de lo que tenía antes.
