Cherreads

Chapter 7 - Capitulo 5

El frío del bosque se clavaba en la piel como agujas. Rowan yacía boca arriba sobre la hierba húmeda, el aire escapando de su pecho en pequeños jadeos rotos. La lanza aún sobresalía de él: la punta apenas asomaba bajo su clavícula, manchada con su sangre.

El dolor era un golpe constante, profundo, caliente.

La sangre teñía la tierra.

Y los gritos… se perdían entre los árboles.

—¡Ayuda!… ¡por favor! —su voz temblaba, quebrada, húmeda por las lágrimas que ya no podía contener.

—Ayúdenme… por favor… —repitió, aun sabiendo que nadie regresaría al bosque a buscar a un ladrón moribundo.

El cielo se difuminaba entre sombras.

Cada parpadeo era más pesado.

El frío empezaba a sentirse como si fuera parte de su cuerpo.

«Terminaré aquí… como nada…

Como un ladrón más…

Lyra… lo siento…»

Su respiración se volvió irregular.

El dolor empezó a apagarse…

…y con él, todo lo demás.

Pero justo antes de que el mundo se disolviera, algo cambió.

El aire se volvió más espeso.

El viento dejó de soplar.

El silencio se hizo… demasiado perfecto.

Y entre los árboles, una luz tenue —un rojo apagado, como brasas a punto de morir— empezó a flotar en el aire.

La luz tomó forma.

Una figura femenina emergió, Su cabello parecía humo rojo oscuro. Su piel blanca casi brillaba en la oscuridad. Su vestido, hecho de tela oscura y un poco rasgada.

Sus ojos…

Dos brasas vivas.

Profundos. Eternos.

Rowan apenas podía enfocar, pero la presencia lo obligó a mantenerse consciente.

Era imposible ignorarla.

—Pobre chico… —la voz de la mujer sonó rasposa, suave, casi cariñosa—. No es este el final que merece alguien como tú.

Rowan trató de hablar, pero solo salió un hilo de aire.

Ella se inclinó, tocando la tierra con la punta de los dedos.

A su alrededor, la hierba muerta comenzó a arder con llamas pequeñas y silenciosas que no quemaban.

—Puedo sentirlo… —susurró—. Dentro de ti hay algo que nunca debió apagarse. Una chispa que lucha aunque tu cuerpo ya cedió.

Rowan parpadeó, confundido, temblando.

—¿Quién… eres…?

La mujer sonrió, ladeando la cabeza como si apreciara la pregunta.

—Soy Rhazel —sus ojos ardieron un poco más—. La llama que nunca muere. La que escucha los últimos gritos de los olvidados… y decide quién merece una segunda existencia.

Rowan intentó mover un brazo, pero su cuerpo ya no respondía.

—Yo… ya no puedo… —susurró, con la voz rota.

Rhazel deslizó su mano sobre la lanza.

No la quitó… pero el dolor se detuvo.

De golpe.

Como si ella hubiera apagado la sensación.

—No deberías haber caído así —murmuró ella—. Aún no terminaste. Aún no descubriste quién eres realmente… ni en qué puedes convertirte.

Rowan respiró con dificultad.

—No… tengo nada… —sus ojos se llenaron otra vez de lágrimas—. No salvé a Lyra… no fui más que un ladrón… no hice nada bien…

Rhazel se acercó más.

Su sombra lo envolvió como calor.

—Te equivocas, Rowan. Yo misma vine porque sentí algo en ti. Algo más fuerte que tu vida… más fuerte que tu dolor. Una llama pequeña, sí… pero real. Y puedo hacerla arder. Puedo devolverte lo que perdiste…

…si estás dispuesto a pagar el precio.

Rowan trató de tragar saliva, pero no pudo.

—¿Qué… precio?

Ella extendió su mano, como invitándolo a tomarla.

—Solo dos opciones. Tú eliges.

La primera…Tus años de vida o recuerdos. Al inicio seras tu por completo, pero podrías perder partes de lo que eres poco a poco hasta ser alguien irreconocible.

Rowan cerró los ojos unos segundos.

Ya había sentido cómo la desesperación lo estaba cambiando.

Esa opción lo asustaba.

—Y… ¿la otra?

Rhazel sonrió, una sonrisa triste… pero hermosa.

—Tu alma.

No te la quitaré. Nadie puede tenerla más que tú.

Pero ya no te pertenecerá.

Será mía, aunque siga dentro de tu cuerpo.

Y en ese vínculo, viviré contigo.

No te controlaré.

No tomaré decisiones por ti.

Solo existiré… allí, contigo… siendo la llama que alimenta tus siguentes vidas.

Y cuando llegue el día en que des tu ultimo aliento la reclamare.

Rowan sintió un escalofrío recorrerle la espalda, incluso con la lanza atravesándolo.

—Si elijo eso… ¿viviré?

—Vivirás.

Y no podrás morir realmente.

Tu cuerpo caerá, sí…

pero tu llama volverá.

Cada vez.

Hasta que un día… decidas tu último final.

Rowan miró el cielo una última vez.

Apretó los dientes.

Las lágrimas rodaron por sus mejillas.

Años de vida y recuerdos…

o alma entregada.

Cualquiera lo cambiaría para siempre.

Pero morir allí…

solo… olvidado…

sin salvar a Lyra…

sin descubrir su destino…

No podía aceptarlo.

Sus labios temblaron al responder:

—Mi… alma.

Rhazel inclinó la cabeza, como si hubiera esperado esa respuesta desde que lo vio tirado entre la sangre.

—Entonces, Rowan… —sus ojos ardieron como fuego vivo—. Desde hoy, tu llama y la mía serán una sola. Ni la muerte te tomará por completo. Nunca.

Rhazel posó su mano sobre su pecho.

El fuego corrió por todo su cuerpo.

La lanza ardió hasta desintegrarse.

Su visión se nubló…

su corazón dejó de doler…

y una fuerza desconocida iluminó por dentro cada pedazo de él.

La bruja sonrió.

—Despierta, Rowan.

Tu vida anterior terminó.

Las nuevas…

apenas comienzan.

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