🔥 Episodio 37 — “La oferta”
El techo seguía vibrando.
No por el dragón. No por las alarmas.
Por algo que se movía dentro del sistema.
Eiden sonrió.
No fue una sonrisa grande. No fue arrogante.
Fue breve. Satisfecha.
El Teniente en Jefe lo notó de inmediato.
—¿Qué pasó? —preguntó, ladeando la cabeza—. ¿Te resulta gracioso algo?
Eiden no respondió.
El silencio fue suficiente.
Los sensores del Teniente parpadearon. Señales cruzadas. Lecturas erráticas en los niveles inferiores. Interferencias.
—Hm… —murmuró—. Interesante.
Giró apenas la cabeza.
—Karen. Uriel.
La mujer de sonrisa torcida se estiró como si la hubieran despertado de una siesta.
—¿Ya? Qué lástima, recién me estaba divirtiendo…
Uriel dio un pequeño salto de emoción.
—¿Puedo romper cosas?
—Averigüen qué está pasando abajo —ordenó el Teniente—. Ahora.
Karen bostezó.
—¿Y si es una trampa?
—Entonces rompan la trampa —respondió él sin mirarlos—. Y a quien esté en medio.
Ambos sonrieron.
Sin discutir.
Sin dudar.
Saltaron del techo como si el vacío fuera un detalle menor.
El viento se los tragó.
Silencio.
Solo quedaron dos.
Eiden y el Teniente en Jefe.
—Así que era eso… —dijo el Teniente, volviendo a mirarlo—. Distracción. Ruido. Movimiento lateral.
Eiden acomodó apenas los pies.
—Nunca dije que pelearía solo.
El Teniente soltó una risa corta.
—No importa —respondió—. Nada de eso cambia el resultado.
Dio unos pasos hacia él, tranquilo, como quien camina por su propia casa.
—Voy a ser directo, Eiden. Unite a mí.
Eiden no se movió.
—Puedo darte todo —continuó—. Fuerza real. Control. Un lugar donde no tengas que cargar con nadie más. Nadie muere si vos no querés.
El aire se tensó.
—Podés dejar de sufrir —agregó—. Dejar de perder.
Eiden alzó la mirada.
Sus ojos estaban firmes.
—Eso no es vivir —dijo—. Es rendirse.
El Teniente suspiró.
—Siempre lo mismo con ustedes.
Extendió una mano.
—Te convertirías en algo perfecto.
Eiden negó con la cabeza.
—Prefiero ser humano.
Por primera vez, la sonrisa del Teniente se endureció.
—Entonces no me dejás opción.
Presionó algo en la manga.
CLACK.
El sonido fue seco.
Inmediato.
El cuerpo del Teniente reaccionó.
Placas ocultas se abrieron bajo la piel. Mecanismos internos despertaron con un rugido grave. Brazos reforzados. Columna expuesta con energía pulsante. El pecho se expandió, dejando ver un núcleo artificial latiendo.
Mitad hombre.
Mitad máquina.
—Siempre quise probar esto con alguien especial —dijo, observando sus propias manos—. Vas a ser un excelente sujeto de prueba.
Levantó la vista.
Sonreía.
Eiden dio un paso atrás.
No por miedo.
Por preparación.
Sujetó con firmeza la empuñadura de la katana. Ajustó la postura. Bajó el centro de gravedad. La respiración se volvió lenta.
Esperó.
No atacó.
El Teniente arqueó una ceja.
—¿No vas a intentar nada?
—No —respondió Eiden—. Vos vas a moverte primero.
El núcleo del Teniente brilló con más intensidad.
—Muy bien.
El aire crujió.
La torre entera pareció contener el aliento.
Y en ese instante, antes del primer movimiento…
Eiden estaba listo.
