🔥 Capítulo 36 — “Ruido en lo alto”
El estruendo volvió a sacudir el edificio.
No fue una explosión cercana, pero sí lo bastante fuerte como para hacer vibrar las paredes del sector de contención. Polvo cayó del techo. Las luces parpadearon un segundo.
Lia se llevó la mano al pecho.
—¿Escucharon eso…?
Riku, que estaba sentado en el suelo con la espalda contra la pared, tragó saliva.
—Decime que fue el sistema de ventilación… por favor decime eso…
Azu no respondió de inmediato.
Estaba de pie, brazos cruzados, mirada fija en el techo metálico como si pudiera ver a través de él. Otro impacto lejano retumbó, más profundo. Más violento.
Azu chasqueó la lengua.
—Eso no es maquinaria —dijo—. Eso es una pelea.
Lia abrió los ojos.
—¿Una… pelea?
—Y grande —agregó Azu—. Arriba. Muy arriba.
Riku se puso de pie de un salto.
—¿Arriba… como arriba arriba? —preguntó—. ¿Donde está la torre central?
Silencio.
No hacía falta decir el nombre.
Eiden.
Lia bajó la mirada, apretando los dedos de la venda que cubría su brazo.
—Él… no debería estar solo —murmuró—. Todavía está herido… todavía—
—Todavía lo vemos como antes —la interrumpió Azu, sin dureza—. Débil. Lento. El chico que siempre llegaba tarde.
Otro golpe. Más fuerte. El suelo tembló.
Riku palideció.
—¡Está peleando solo! —exclamó—. ¡Contra eso! ¡Sea lo que sea!
Lia levantó la cabeza.
—Tenemos que ayudarlo.
Azu cerró los ojos un segundo.
Cuando los abrió, ya había decidido.
—Primero tenemos que salir de acá —dijo—. Si no, solo seremos peso muerto.
Miró la puerta reforzada que los mantenía encerrados. Metal grueso. Sellos electrónicos. Sin panel visible desde adentro.
—Genial… —gruñó Riku—. Entonces estamos oficialmente atrapados.
Azu lo miró.
Lo miró bien.
Riku frunció el ceño.
—¿Por qué me mirás así?
Azu sonrió.
No una sonrisa amable.
Una sonrisa estratégica.
—Riku —dijo—. ¿Cuánto pesás?
—¿QUÉ?
Lia parpadeó.
—Azu… ¿qué estás pensando?
—Un plan simple —respondió—. Tradicional. Efectivo. Poco elegante.
Riku dio un paso atrás.
—No, no, no —empezó—. Cada vez que decís eso, yo termino inconsciente o atravesando una pared—
Azu ya se estaba remangando.
—Lia, ayudame.
—¿Ayudarte a qué…?
Azu agarró a Riku del brazo.
—¡EH! ¡Soltame!
Lia dudó medio segundo.
Luego suspiró.
—Perdón, Riku…
Entre las dos lo sujetaron.
—¡ESTO ES UN SECUESTRO! —gritó—. ¡SOY UN CIVIL INOCENTE!
Azu lo levantó con esfuerzo, apoyándolo contra su hombro como si fuera un ariete humano.
—Respirá hondo —le dijo—. Va a doler menos.
—¡ESO NO ES CIENTÍFICO!
Azu tomó carrera.
—¡A LA CUENTA DE TRES!
—¡ESPERÁ, ESPERÁ, NO DIJISTE CUÁL—
¡CRASH!
El cuerpo de Riku impactó contra la puerta con un estruendo seco. El metal se abolló, los sellos chisporrotearon.
—¡MI COLUMNA! —aulló Riku.
—Otra vez —dijo Azu.
—¡NO!
¡CRASH!
La puerta cedió con un gemido agónico y cayó hacia afuera, levantando polvo y cables rotos.
Silencio.
Riku se deslizó al suelo, temblando.
—…cuando salgamos de esta —murmuró— voy a pedir vacaciones médicas… de por vida…
Azu le dio una palmada en la cabeza.
—Funcionó.
Lia sonrió, aliviada.
—Gracias, Riku.
—No hay de qué… —respondió con voz débil—. Soy un héroe incomprendido…
Salieron al pasillo.
Alarmas lejanas. Luces de emergencia. El edificio estaba en caos.
Azu se dirigió directo al depósito cercano. Forzó la puerta y empezó a repartir equipo: armas, comunicadores, suministros.
—Bien —dijo, ajustándose los guantes—. Subimos. Buscamos una ruta lateral. Interferimos lo que podamos.
Lia asintió.
—Eiden no tiene que cargar con todo solo.
Riku, ya de pie aunque rengueando, levantó el arma con decisión.
—Y si sigue pensando que es débil…
Sonrió, pese al dolor.
—Va a tener una sorpresa.
Arriba, la torre seguía temblando.
Y por primera vez…
Eiden no estaba completamente solo.