El grupo llegó a las puertas de la capital cuando el sol ya caía. Las murallas parecían gigantes guardianes, y la ciudad detrás murmuraba con vida: música, voces, pasos, el olor a pan, carne y humo dulce.
Kael respiró hondo.
—Wow… pensé que sería más fea — comentó mirando las luces en las ventanas —. Tiene… encanto. Medio caro, pero encanto.
Rhett lo empujó con el codo.—Si dices encanto refiriéndote a comida, te entiendo.
—Siempre piensas en comida… —rió Lira mientras se ajustaba su mochila—. Yo digo que es bonito ver algo que no sea bosque, barro, o gente gritándonos.
Doran observó los edificios altos.—No sé ustedes, pero siento que estamos… fuera de lugar.
Kael levantó una ceja.—Hermano, siempre estamos fuera de lugar. Es nuestra marca.
Entraron caminando juntos, mezclándose entre la multitud. Vendedores gritaban ofertas, niños corrían, músicos callejeros tocaban instrumentos raros. Todo parecía más vivo que cualquier cosa que hubieran visto.
—Esto… esto sí es vida —dijo Lira sonriendo.
—Ojalá no nos boten —murmuró Doran por lo bajo.
Kael miró alrededor, curioso.—Miren cuántos cazadores. Hay MUCHOS. ¿Será un día especial o qué?
—Tal vez se reúnen aquí —respondió Rhett, aunque tampoco sonaba convencido.
Entre la multitud, un grupo de mujeres elegantes susurraba sobre "la ceremonia de esta noche", pero el grupo no alcanzó a escuchar bien.
Kael se estiró.—Bueno, gente, nos toca dividirnos. Compren lo que necesiten. Armas, comida, vendas, lo que sea. Nos encontramos en el centro.
—¿Seguro? —preguntó Lira— No conocemos este lugar.
—Por eso —sonrió Kael—. Es más divertido perderse.
—No es divertido —respondió Doran—. Es ansiedad.
Rhett levantó una mano.—Bueno, yo voto por comprar comida. Antes de que Kael la gaste en tonterías.
—¿Qué tonterías? —Kael abrió mucho los ojos, haciéndose el inocente.
Lira rió.—Nos vemos en un rato.
Cada uno se perdió entre los callejones y puestos.
Kael caminaba por un mercado lleno de cazadores y armas brillantes.—¿Qué hay hoy? ¿Un torneo o qué? —susurró.
Una anciana vendedora lo escuchó y respondió sin mirarlo:
—Muchachos como tú no deberían estar aquí hoy… demasiada tensión en el aire.
Kael frunció el ceño.—¿Tensión? ¿Por qué?
La anciana señaló un tablón de anuncios cerca.Kael se acercó y vio un cartel recién pegado:
"Celebración de los 100 años de la capital — Evento oficial esta noche."
—Mira tú… fiesta —dijo Kael—. Y nosotros con ropa de vagabundos.
Mientras tanto, Doran buscaba un arco cuando escuchó una voz conocida anunciando algo desde una tarima.
El alcalde estaba dando una conferencia rápida:
—"Hoy es un día histórico. Queremos que la ciudad entera sea parte de esta celebración…"
Doran observó.—¿Tanto rollo por cien años? Hm.
En otro punto de la ciudad, en un callejón silencioso, dos jóvenes elegantemente vestidos esperaban nerviosos.
—¿Crees que lleguemos a tiempo a la ceremonia? —preguntó uno.
—Claro, nos dijeron que solo debíamos recibir algo… —respondió el otro.
Una figura encapuchada salió de las sombras como si siempre hubiera estado ahí.
—Perfecto. Llegaron.
Los chicos retrocedieron.
—¿Quién… quién eres?
El encapuchado abrió un frasco.Un humo negro salió como una criatura hambrienta y se les lanzó encima.
Los dos jóvenes apenas alcanzaron a gritar antes de que sus ojos se volvieran vacíos.
—Marionetas perfectas —susurró la figura.
Ya de noche, el grupo volvió a reunirse en el centro. Había más luces, más gente, más tensión. Un enorme escenario estaba montado.
—¿Qué… es esto? —preguntó Lira al ver la multitud.
—Un evento —respondió Kael mirando alrededor—. La pregunta es: ¿de qué tipo?
En ese momento, alguien se les acercó.
Era el cazador que habían visto semanas atrás, luchando contra una aberración junto a su compañero.
—Hey, ustedes —saludó con un gesto amable—. ¿También vienen a supervisar el evento?
Kael lo miró confundido.—¿Evento?
—La ceremonia de los 100 años —explicó el cazador—. Lleno de gente rica adentro, y de cazadores afuera vigilando. Día ocupado.
—Ah… por eso hay tantos —asintió Rhett.
—Manténganse atentos —dijo el cazador mientras se retiraba—. Esta noche… presiento que será movida.
Dentro del salón principal, nobles y figuras importantes brindaban con música suave.Afuera, decenas de cazadores vigilaban como sombras.
El alcalde salió del salón y dijo a sus guardias:
—Bajaré por más bebida, enseguida vuelvo.
—Señor, deberíamos acompañarlo.
—No es necesario.
Bajó solo por las escaleras.
La puerta se cerró detrás de él con un golpe seco.
El pasillo estaba oscuro.Y al fondo… había algo.
Una sombra oscura, casi líquida, lo esperaba.
El alcalde levantó su arma temblando.—N-no… no te acerques…
La sombra habló sin moverse:
—No puedes herirme. Tampoco puedes huir.He puesto bombas por toda la capital.
El alcalde tragó aire, sudando frío.
—Pero podemos negociar —continuó la sombra—. Únete a mí… o mira cómo tu ciudad arde.
—Jamás… —susurró él, y disparó.
La sombra ni se inmutó.
—Idiota.
Un resplandor amarillo llenó el pasillo.
BOOOOOOOM.
Una explosión sacudió la capital.
Los cristales vibraron.La gente gritó.Los cazadores desenfundaron armas.
—¡¿Qué mierda fue eso?! —gritó Kael.
—¡Una explosión! ¡Fue una explosión! —chilló Lira.
Rhett se quedó paralizado mirando una ventana del edificio principal.
—Gente… miren ahí.
Kael levantó la vista.
En una ventana alta, dentro del salón iluminado, estaba Erian.
Su expresión tranquila… pero sus ojos ya no eran los mismos.Un brillo frío, calculador.
—¿Qué hace Erian ahí…? —preguntó Doran— Si ese tipo ni tenía casa…
Entonces, dentro del salón, Erian saltó sobre una mesa, empujando platos y copas.Alzó la voz, clara, fuerte, arrogante:
—¡Damas y caballeros! Gracias por su atención… espero que disfruten lo que sigue.
Un segundo después…
KRAAAAAA—BOOOOOM
Todas las bombas estallaron al mismo tiempo alrededor de la capital.
Y la noche se volvió fuego.
