-Este es un encuentro muy afortunado-.
-Nya, ni que lo digas, nunca esperamos que te encontrarás con la hermana mayor de Tamara en el primer día de llegar a esta ciudad, nya-.
—No tengo mucho que ofrecerte, pero puedes beber este té de cola de caballo, es muy bueno contra el frío—.
—Gracias y perdón por las molestias…—.
-Ughhh, nunca saben bien estas cosas-.
Bebiendo lo que le brindaron, Kaede mira a Alisa, al otro lado de la mesa. Mirando la sala acogedora donde el fuego de la chimenea calentaba todo, también se dio cuenta que había rastros de un niño.
—Alisa, lo siento por lo de antes—.
—No te disculpes ya todo quedó en el pasado, además tampoco me lastime, ¿pero que hacías por estos lugares desolados?—.
—No tengo mucho tiempo que llegue a la ciudad y pensé en ver la vida nocturna y antes de darme cuenta estaba caminando por esas calles desoladas, jajaja se sintió como si fuera una aventurera, esperando que el peligro aceche—.
—Menuda aventurera que se asusta por un inofensivo gato—.
Tiñéndose le las mejillas de vergüenza, tomó un sorbo del té, dé cola de caballo para disimular, pero la risita de Alisa no facilitaron para Kaede.
—... ¿Tú que hacías tan tarde afuera?—.
—Yo, fui hacer unas compras para mañana, tengo trabajo desde las cinco hasta la tres, necesito dejar la comida para mi hermanita—.
—Ooooh, tienes una hermana y como se llama—.
—Tamara—.
—Mmmm y tus padres—.
—...—.
—Lo siento si hice una pregunta incómoda. Cierto, Alisa ya que has crecido por aquí sabes lugares donde uno pueda visitar—.
—Mmmm, no contratantes algún guía—.
—Nah, para que, no quiero tener un horario prescrito con anticipación—.
—Eres muy…. libre—.
-Es demasiado buena en vez de decir que eres una cabeza hueca para planear, nya-.
—cállate—.
—¿Dijiste algo?—.
—No nada—.
—Por cierto, veo que tienes miedo a los gatos, pero tienes un peluche con forma de uno—.
—Ah, este es hada neko y a diferencia de las alimañas alienígenas, él viene del mundo de las hadas—.
—Qué lindo—.
Tomándolo entre sus brazos a Hada neko que dejó escapar una sonrisa al ser presionado entre los dos montículos de grasa.
—Onee-chan—.
Oyéndole la voz adormilada, ambas miran a una pequeña niña que sale de la habitación con sus ojos apenas abiertos.
-Así que ella es Tamara Volkova, la futura chica mágica-.
—¿Qué sucede Tamara?—.
—Pipi—.
—Bien, vamos al baño—.
—mmm—.
Llevando a la pequeña Tamara al baño, quedándose sola en la sala, Kaede tomó una vez más a hada neko que actuaba como simple peluche, le dijo entre susurros.
—¿cómo se sintieron?, mejores que los míos—.
—Una maravilla, igual que los malvaviscos que compraste la otra vez… los tuyos son más como esponja, auch—.
—Eso te pasa por decir groserías sobre mis pechos. Ahora que ya la tenemos aquí tenemos que esperar, que suceda el accidente—.
—Sabes el día, nya—.
—...—.
—Tienes un serio caso de no planificación—.
—Volví a dormir a mi hermanita… estabas hablando sola—.
—Eh, ah, sí a veces me toma eso de hablar sola—.
Dijo Kaede parándose, dejando desconcertada a Alisa que la miraban con unos cristalinos ojos azul cielo.
—Ya te vas—.
Intuyo Alisa.
—Si ya se está haciendo tarde, necesito regresar a mi hotel, además hace poco llegué y todavía tengo el cansancio del viaje… Gracias por dejarme pasar el rato en tu casa, es demasiado cálida, pero si no me voy ahora la nieve se acumulará y me será imposible llegar—.
—Ya veo… y si te pasas la noche en mi casa, esto es solo una pequeña nevada pasajera, para cuando amanezca se habrá derretido—.
-¿Qué?-.
-Guau es más atrevida de lo que aparenta, nya-.
—¡No voy a hacerte daño!—.
—¡¿?!...—.
—N-no es lo que crees, mira, es muy tarde para que una chica linda como tu salga a solas a plena noche, es mejor quedarse aquí al fuego de la chimenea—.
—... jajajajaja, es la peor proposición de llevarme a la cama, apenas me ven—.
Tiñéndosele la cara de rojo, Kaede traviesa, se acerca a Alisa cerrando sus brazos al cuello y mirando hacia arriba, ya que era una cabeza más alta.
—Lady, qué es lo que quieres hacerle a la inocente Kaede—.
—¡!, n-nada—.
—Mmmm, lady que mentirosa, antes dijiste que querías comprobar cada centímetro de la piel de Kaede por eso me trajiste a tu casa—.
—Eso es mentira—.
—Jajajajaja, eres muy inocente—.
Alisa huyendo de las burlas inocentes fuera de contexto, Kaede una vez más se sienta, esta vez en el sillón cerca de la chimenea.
—¿Dormiré aquí entonces?—.
—Entonces si te quedas a dormir—.
—Es lo que dije, mañana temprano me iré así que no debes preocuparte si ya no me ves—.
—Aunque creo que yo soy la que saldrá temprano—.
—Cierto, tu trabajo comienza muy de mañana y con quien dejas a tu hermanita—.
—... Mañana no tiene escuela y tampoco la puedo llevar donde trabajo y la señora que la cuida se enfermó—.
Desanimada ante la incertidumbre de dónde dejar a Tamara mientras se iba a trabajar, Kaede aprovechó.
—Si no te importa puedo cuidarla todo el día—.
—¡En serio!... mejor no—.
—Oh, tienes miedo de que raptara a tu hermanita o que no sea capaz de cuidarla—.
—No quería decirlo así—.
—Nah, es tu hermana y se comprende por qué te preocupa, que una desconocida que salió de la nada cuidara de mi hermana estaría con los nervios de punta—.
—Eso no es lo que tenía en mente… Es que tú por alguna razón tienes un aire de seguridad, igual como me sentía con mis padres—.
—Primera vez que me dicen eso—.
Anonadada por el comentario de Alisa, Kaede mira a hada neko que seguía haciéndose pasar por un peluche en el brazo del sillón.
—Te traeré una manta—.
Dijo como excusa para salir del estancamiento de la conversación. Lo que aprovechó para susurrar con hada neko.
—¿Qué fue eso del aire de seguridad?—.
—Las Kampfer son un cuerpo de élite; luchadoras innatas que sobresalen en combate, guardianes de Emperadores y Señores. Que una chica como ella, que ha sido privada de amor maternal y vende su cuerpo, es muy fácilmente influenciada por ese aire que exudas, pudiendo atraer calma a tu alrededor, nya—.
—Entonces la forma que actúa Nao-san es por eso, pero como hombre no debería tener ese aire que dices—.
—Nya, eso no es cierto, aún como hombre tienes ese aire de tranquilidad en menor medida, pero lo tienes. Si Kaede es un cuerpo de elite, entonces Ikki es un soldado experto—.
—Kaede aquí tengo una manta y puedes utilizar este peluche como almohada—.
Una vez más entrando en modo peluche, Kaede se fija en Alisa que regresó con un peluche mediano con forma de oso color blanco.
—Así está bien, no te preocupes por eso, tomaré solo la manta—.
—¿En serio?—.
—Si… ¿En qué trabajas Alisa?—.
Sobresaltándose a la pregunta repentina, cohibida dijo.
—Eh, ah, en relaciones públicas, está un poco lejos, por eso salgo temprano para no llegar tarde—.
—Mmmm—.
-Ciertamente, está en relación con gente desconocida, no miente, pero si no fuera tímida al respecto sería más creíble-.
—¿En qué trabajas?—.
Queriendo cambiar de tema para que no le siguiera preguntando sobre su trabajo, Kaede tampoco teniendo la intención de presionar, le dijo mientras se quitaba los zapatos.
—Trabajo medio tiempo, mis padres dejaron su póliza de seguro, así que no tengo que preocuparme mucho por dinero. Pero el dinero no es infinito, así que lo que hice fue poner la mitad del dinero al banco, al año me dan una comisión y gano dinero—.
—Jeeee, eres muy inteligente para cuidar tu dinero… siento tu perdida—.
—Mmmm, ya pasó, así que no pongas esa cara. A ver Tamara tiene alguna alergia—.
Negando con la cabeza, respondió.
—Le he enseñado a Tamara a no ser quisquillosa, tampoco tiene alergias… ¿En serio cuidarás a Tamara?—.
—Déjame lo a mi—.
Afirmó con confianza golpeándose el pecho.
—Mañana me lo pasaré de maravilla con Tamara por toda la ciudad… la cual aún no conozco—.
Apagándose la voz al final, Alisa no pudo evitar reírse al ver lo descuidada que era con su viaje.
—Hay varios sitios que puedes visitar sin problemas, en otros necesitas un permiso , ya que hay instalaciones militares cercanas…—.
Con más de 20 sitios turísticos para que pudiera visitarlo, Kaede y Alisa se quedaron hasta tarde haciendo un plan factible para el viaje.
--------
—Hermana—.
Renuente Tamara en quedarse con una desconocida se aferró a la cintura de Alisa, no pudiendo moverse.
—Vamos Tamara, tengo que ir a trabajar—.
—¡No!, puedo quedarme a cuidar sola la casa, ya no soy una niña—.
—Jeeee, Tamara mira este lindo peluche—.
—...—.
Iluminándose le el rostro tomó entre sus brazos a hada neko, apachurrando.
—Ahora quién es la niña—.
—¡Ah!, me engañaste—.
——Engañarte yo, cómo puede una persona culta, como yo engañar a una pequeña niña que adora a los peluches—.
—... ¡Hermana, ella me intimida!—.
—Jejejeje, una verdadera adulta, no correría a su hermana por el menor de los problemas—.
—...—.
Con los ojos llorosos alzó la mirada para qué Alisa la defendiera, pero ella solo sonrió.
—¡Te odio Hermana!—.
Dijo corriendo a su habitación azotando la puerta.
—Uah, si yo hubiera azotado de esa manera la puerta, una regañada junto con unos coscorrones terminaría recibiendo—.
—... Lo siento, la he malcriado—.
—No te preocupes, los niños a esa edad pareciera que tuvieran una pila en su interior, yo también fui así, recuerdo cuando mi abuela aún vivía, la fuimos a visitar y se me ocurrió la brillante idea de prenderle fuego debajo el colchón—.
—¡!. Incendiaste la casa—.
—Jajaja, claro que no, estuve a punto. Recuerdo que simuladamente tome un vaso, y me lo lleve mientras tomaba agua, y al entrar lo eche al fuego, por suerte tenía una toma en el patio y después de unos cuantos viajes lo apague, aunque quedó chamuscado el colchón jajaja—.
—Eso no es cosa de risa, que hubiera pasado si no lo controlas—.
—No te preocupes, eso ya fue pasado, ahora ve a despedirte de Tamara—.
—...—.
—Oye, no me mires como bicho raro que eso lo hice de niña y era muy inocente. Recuerda que te di el número telefónico del hotel con el que me quedo y también la dirección—.
—Ya lo tengo anotado, pero para qué quieres quedarte en tu hotel—.
—Bueno, tengo pensado invitar a una hermosa señorita que tengo frente mío—.
—.... jejeje no conseguirás nada de mi con tus halagos—.
Dándose la vuelta dejando atrás una agradable fragancia de manzanilla. Kaede se quedó esperando aún lado de la puerta, mirando la espalda de Alisa, que cambió a unos pocos centímetros hacia abajo.
Pantalón que se ajustaba a la silueta de la cintura y pierna, una cabellera larga llegando por encima del trasero voluminoso que no era capaz de reprimir la tela.
-Qué buen culo, me pregunto cómo se sentirá al tocarlo, ¿será como un globo o como el acolchado de una almohada?.-
Mientras se perdía en la ilusión de tocar con ganas el trasero de Alisa, la propia Alisa tocó la puerta de Tamara antes de entrar y verla acostada boca abajo, enterrada su cara sobre la panza del oso blanco.
—Tamara—.
—...—.
—Aaaah, sabes que no puedo dejarte sola durante mucho tiempo—.
—Ya lo sé—.
Murmuró Tamara apenas oíble para Alisa.
—Entiéndeme, me preocupa muchísimo que te quedes sola; la señora que te cuida está enferma y no puede venir, tampoco puedes acompañarme por qué donde trabajo no es lugar para niños—.
—¡Entonces por qué tengo que quedarme con ella, una completa desconocida!—.
—Eso díselo Tamara—.
—...—.
—...—.
Ambas hermanas mirando hacia la puerta donde estaba parada Kaede con las manos en la cintura y una orgullosa sonrisa.
—¿Qué?, cualquier persona en su sano juicio nunca aceptaría a un desconocido—.
—P-pero tú—.
—Vez hermana, hasta ella lo dice, así que no me importa quedarme sola—.
—Eeeh, pero yo quiero ir a divertirme con Tamara—.
—¿Eh? Pero tú ahora—.
Quedando de igual forma ambas hermanas al querer seguir el ritmo de Kaede, esta se le acercó a Tamara tomándola de la mano.
—Hoy vamos a divertirnos, Tamara, ya veras—.
—... mmmm, suéltame—.
—Bien con esto dicho Alisa, nos vemos más tarde, dale un beso a tu hermanita—.
—Eh, ah sí, chu, cuídate Tamara, as le caso a Kaede, más tarde nos vemos. Te dejo a cargo a mi hermanita, cuídate—.
Tomando la cartera entre cruzada ciñendo el par de pechos, para después ser cubierto por el abrigo de invierno.
Escuchando la puerta cerrarse, Kaede mira a Tamara que ya había dejado de zafarse a la fuerza.
—Bueno, con esto nos quedamos solas, ve a bañarte, que vamos a salir—.
—...—.
—Oye responde—.
—No tengo ninguna obligación de hacerte caso—.
—Oh, entonces hagamos un trato—.
Frunciendo el ceño, Tamara mira directo a los ojos verde claro de Kaede para quedarse un momento en silencio y responder.
—¿Qué es?—.
—Si puedo hacer algo que tú no puedas, me escucharás, hasta que venga tu hermana—.
—Hmph, no caeré en trucos baratos, los adultos son mentirosos—.
—Oh, pero lo que haré será magia—.
—¿Magia?...—.
Reticente, pero al mismo tiempo llamándole la atención, exclamó apuntándole con el dedo.
—¡No pienso caer en trucos baratos como sacar la moneda detrás de la oreja, los naipes, el dedo cortado o las banderillas!—.
—Eso es para perdedores...—.
—¿Q-qué-qué estás haciendo?!—.
—No me estás viendo quitándome la ropa... ahora comprueba—.
Exponiendo sus magníficos pechos que se imponían contra la gravedad, al filo de la cama yacía la blusa, chompa y brasier
—¿Por qué tan tímida?. Seguro que Alisa tiene más pecho que yo—.
—¡Claro que sí! Mi hermana tiene los mejores pechos—.
—O-oh—.
—... no están mal—.
—Verdad—.
Dijo orgullosa mientras dejaba que Tamara manoseara sus pechos y con ambas manos los alzara, comprobando su peso.
—¡Los de mi hermana pesan más!—.
—Todavía tengo que crecer más, así que eso no me afecta—.
—¿Y para qué es esto?—.
—Para que veas que soy una mujer—.
—¿?—.
Entendiendo perfectamente que Tamara no sabría responder a lo que le dijo Kaede, de pronto su cuerpo comenzó a brillar.
—Eh ¡eh!. ¡¿Qué está pasando?!... ¿Tú quién eres?—.
Cubriéndose los ojos al flash repentino, Tamara desconcertada, preguntó al hombre desconocido en su cuarto, sin ropa, la parte superior de su cuerpo.
Ikki, en vez de responder, su cara, quedó colorada y con sus manos tomó la ropa que se había quitado como Kaede cubriéndose el pecho.
—¿Eres kaede?—.
—Si—.
—Eh, eeeeeeeeeh, ¿cómo?, ¿cuándo?. Eso es mentira, ¿dónde están esos pechos suaves?.
Atrevida, Tamara arrebata la ropa y la tira al piso para tocar el pectoral de Ikki.
—...—.
—¿Por qué te avergüenzas?, si dices que eres Kaede ¿por qué te avergüenzas cuando fuiste el que te sacaste la ropa antes?—.
—Como Kaede soy más libre en lo que hace, pero como hombre me abstengo; mira, tengo la manzana de adán y mi voz es más gruesa—.
—Tienes razón, ya no eres una chica... ¡Podrías avisar cuando hagas eso!, eh, los pechos volvieron—.
—Ya ves, no hay nadie en el mundo que pueda hacer esto. Ahora yo gano, así que anda a bañarte, que saldremos—.
Con muchas preguntas que hacerle a Kaede que mostraba orgullosas sus pechos, decidió ir a bañarse.
Pasando algunas horas de los sucesos de la madrugada, Kaede y Tamara estaban comiendo en el hotel donde se hospedaban.
—Así que, ¿eres una chica mágica?—.
—¿Todavía no me crees?—.
—Muchas cosas…—.
—Bueno, disfruta de tu desayuno—.
Turrrrrrun.
—¡!... ssss, es Nao—.
—¿Quién es Nao?, tu novia—.
—Para nada, es una amiga...—.
—¿Y por qué no tomas la llamada?—.
—Porque nunca me he presentado como Kaede frente de ella, solo me conoce como Ikki—.
—Oh eso quiere decir que le gustas y puede ponerse celosa, te manipulará y te dará algo en la comida que te hará quedarte dormida y dirá que está embarazada, como la telenovela—.
—Ves mucha televisión, voy al baño, cómete todo, ya vuelvo y recuerda nunca irte con extraños—.
—...—
Recibiendo una mirada de, [de qué está hablando esta tipa], pero siendo Kaede decidió ignorar, yéndose al baño con el teléfono sonando.
—Hola Nao-san ¿cómo has estado?—.
—Hola Ikki, estoy bien, me levanté temprano para comenzar hacerle los bento a los niños—.
—Oh cierto, por haka son las siete de la mañana, creo que en Tokio son recién las cinco de la madrugada—.
—Jejeje, así es y como es Rusia, ¿hace mucho frío?—.
—En la noche nevó un poco, pero nada más, aunque el frío sí que pega más de lo que pensé, gracias a que me exigiste ir de compras, me hubiera convertido en paleta de hielo, apenas hubiera bajado del avión—.
—Exageras, simplemente al escuchar lo que te llevarías pensé que no sabías el frío que hacía—.
—Nunca pregunte, pero habías viajado anteriormente a alguna parte de Rusia—.
—Fue al final del instituto que la clase decidió ir de excursión y el destino fue Moscú—.
—¿A qué clase de escuela fuiste?—.
—Jejeje, a una de mujeres—.
Toc, toc.
—Mmm, están llamando a la puerta—.
—Ah, si, creo que ya es hora de que sirven la comida, te dejo más tarde te llamaré—.
—... Claro, esperaré tu llamada—.
—Dale mis saludos a Ken, Aoi y Koji—.
—Se los daré—.
—Después hablamos Nao-san—.
Colgando no dejando que le responda, Ikki lo único que pudo hacer es dejar escapar un profundo suspiro, inclinándose hacia atrás, golpeándose contra la pared.
—¿Qué te pasó?—.
Preguntó Tamara que había terminado de comer, dejando limpio el plato a una Kaede no tan animada.
—Como lo dijo, tiene interés por mí, pero yo no la veo como mujer, sino como amiga, no más—.
—Mmm, y es bonita—.
—Eso tiene algo que ver—.
—No sé, pero en la telenovela cuando alguien se enamora le salen uno a tres pretendientes que luchan por su amor—.
—Miras demasiada televisión. Ahora vámonos—
—¿Dónde?—.
—Alisa me dijo de varios sitios turísticos que puedo visitar sin tener que pedir algún permiso—.
—Qué aburrido—.
—Entonces dónde quieres ir, a algún juego recreativo, ¿parque de diversiones?—.
—No, enséñame tus poderes—.
—... no se me da la gana—.
—Oh, estás segura de que no puedes—.
Teniendo un mal presentimiento al ver a Tamara temblar débilmente con la cabeza agachada, instintivamente queriendo escapar, Tamara fue más rápida alzando la cabeza.
—Er-eres horrible onee-chan—.
—¡!... eso es trampa—.
—Hic, qué mala, hic onee-chan, Tamara solo quería jugar con onee-chan, hic, no tenías que ser tan mala para decirme eso...—
Manipulando a Kaede con lágrimas de cocodrilo y siendo víctima ante público que eran engañados por la actuación de Tamara, derrotada, dijo.
—Está bien, pero deja de llorar—.
—¡Hurra!, te quiero onee-chan—.
—Gua que falsa, serás una mala mujer en el futuro—.
—Ehehehe, las telenovelas y lo que dijo la señora Yorsh era cierto. Las lágrimas resuelven todo—.
—Deberías dejar de escuchar malos consejos como esos y también telenovelas.
Derrotada por una niña con la mitad de la edad, comió sin mucho ánimo para salir tomadas de las manos y caminar jalada por Tamara.
—Aquí nadie viene—.
Declaro Tamara con las manos en la cintura.
Llegando a un terreno baldío que tenía rastros de huellas de niños y en cada lado de la cancha un pilo de piedras formando los postes de un arco para futbol.
—Juegas con tus amigos—.
—Así es, Alek, quiero decir que Aleksis trae el balón y todos nos ponemos a jugar. A veces voy con Geni, a jugar con sus muñecas a su casa—.
—Inesperadamente, tienes muchos amigos—.
—¡¿Qué quieres decir con lo inesperado?!—.
—Jajaja, mis disculpas es que te veía reservada conmigo—.
—Bueno, es que no te conozco... Apareciste de repente anoche, te quedaste a dormir y mi hermana te dejo que me cuides—.
—Aaaah...—
Volviéndose un momento incómodo entre ambas, Kaede miró a todos lados por un segundo antes de levantar su mano.
—¿Qué estás haciendo?—.
Sin responder, el brazalete blanco de Kaede comenzó a brillar y la palma de la mano una bola de fuego apareció.
—¡¡Increíble!!—.
—¡Aún no termino!!—.
Dijo y en su otra mano apareció una bola de fuego.
Comenzando con juegos de manos el cual el fuego era el principal atractivo, un látigo de fuego con cada azote dejaba escapar un atronador sonido con chispas si tratara de fuego artificiales.
Aplauso.
—¡!—.
Asustando a Tamara por el repentino aplauso apagando el fuego en las manos, Kaede hizo un triángulo con sus manos, dejando que una fina capa de color rojizo, para soplar y de el salieron esporas de fuego que explotaron encendiendo la tierra.
—Qué te pareció, te gusto—.
—¡Fuego!, ¡fuego! Apaga el fuego o quemarás a alguien—.
En pánico, Tamara al ver como el fuego rápidamente seguía expandiéndose por la tierra como si fuera combustible, Kaede suspiro y el fuego se apagó.
—Exagerada, lo tengo todo controlado. Y qué te pareció no fue fabuloso—.
—... ¡Aslo otra vez!—.
Brillándole los ojos después del pánico, Kaede le sonrió para pellizcarle la punta de la nariz.
—¡¿Qué estás haciendo?!—.
—Ya te complací, ahora vamos de excursión por la ciudad, no por nada vine de paseo—.
—Buuuu, no eres nada divertida—.
—Sí, sí... Vamos Tamara—.
Suspirando, Tamara siguió a Kaede saliendo de la zona caminando hombro a hombro.
