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Chapter 3 - Alisa Volkova

—¡La princesa azul se acerca por fuera! ¡Sobrepasa rápidamente a Estrella!, ¡¡va a la cabeza, se acerca al favorito Fesenver!!—.

—Oooooooooooooooooooooooohh!!!!!!!!!!!—.

Ya habían pasado tres meses desde que Ikki había llegado a 2004, y como estaba en los planes originales de Ikki, comenzó a apostar en el momento que le descongeló la cuenta, pero hubo un problema que olvidó. Era menor de edad; en ningún hipódromo podía apostar a lo grande sin consecuencia, por eso.

—¡Otra vez ganamos, Ikki-kun!—.

—Bueno, es un resultado aceptable, Nao-san—.

—Me pregunto cómo haces para saber qué caballo es el ganador—.

Nao Hirose es la mujer que Ikki salvó de que la mataran a golpes por culpa de su esposo, ahora en la cárcel, de la cual se está divorciando.

Otro detalle más de Nao Hirose, es que tiene tres hijos: uno de 14, otro de 12 y otro de 8 años.

—Vámonos Nao-san, reclama el dinero para irnos—.

—Voy—.

Liendo contenta como algo cotidiano que haría cada vez que venía con Ikki al Hipódromo, los dos, después de que recibieron el portafolio con el dinero, primero irían al banco para depositarlo en dos cuentas: el 25% a Nao y el 75% a Ikki, que es el que ponía el dinero.

-La inversión está yendo como viento en popa. Qué bueno que esta Nao quiso pagarme el favor por salvarle la vida cuando le pedí que me acompañara por primera vez al Hipódromo-.

—¿Dónde vamos ahora?. Ya es tarde y mis hijos deberían estar ya por regresar de la escuela—.

—Entonces vamos a casa, tampoco tengo ganas de seguir apostando por un tiempo; con el dinero que he ganado, tengo para toda la vida sin trabajar, además de que gano comisiones por dejar mi dinero en el banco—.

—Ya veo, entonces, qué quieres comer hoy—.

—Unas chuletas o costillas de cerdo no estarían mal—.

—Entonces pasemos por el mercado—.

Ya acostumbrado Ikki a que sea tratado por Nao, que era buena persona, la dejó en su casa con las bolsas de compras para ir a la propia. Guardando varias cosas en la nevera, Ikki mira al hada neko acostado en el sillón con un mapa abierto de Rusia.

—Y ¿encontraste a Tamara, Hada neko?—.

—Huaaa, nyaaa… ya la encontré, sí que tarda en hacerlo, nya—.

Dijo masajeando los ojos al quedarse dormido, tomando el mapa, para mirar una de las marcas que decía 'Petropavlovsk de Kamchatka'.

—Así que es aquí; ahora que la hemos localizado, el problema es el viaje a Rusia—.

—Ya no tenías resuelto eso, nya—.

—... Esta noche iré a ver a mis amigos—.

—No sé si hacer amigos se trata de ir a romperle el brazo y amenazar después… nya—.

—Tú no entiendes nada, así es como los hombres forjan su amistad. Por ahora vamos a seguir con los pasos cuidadosamente, ya que no quiero que me metan a la cárcel por falsificar documentos—.

—Nya… ¿Y qué vas a hacer a continuación?—.

—A qué te refieres—.

—Te has acercado mucho a esa familia, nya—.

No teniendo respuesta, Ikki simplemente saca un atún enlatado para dárselo a Hada Neko, pero este se hacía el indiferente, sacando otra lata. Hada Neko reaccionó tomándolo entre sus mullidas patas.

—... Aaaah, sabes que no importa cuándo quieras apartar la mirada de la realidad; esta te golpeará con todo su peso si la sigues ignorando o piensas quedarte aquí hasta que comience la guerra, nya—.

—Puede que sí les haya agarrado cariño, pero no pienso quedarme aquí; a lo mucho serán unos tres años para entrenarme, en diferentes artes marciales y armas—.

—Lo que digas, nya—.

No teniendo más interés, agarró sus latas llevándoselas al mueble; Ikki por su parte, se fue a bañar para después ir a la casa de Nao.

{Unas horas más tarde}

—Fuuuua, deliciosas costillas asadas—.

—Gracias por el cumplido. ken, ayúdame a recoger los platos—.

—Voy, Ikki nii-san, te quedarás para ayudarme a hacer la tarea—.

—Lo siento, pero tengo algunos asuntos por fuera—.

Le dijo Ikki al niño que pasaba todavía por la pubertad; su nombre era Ken Hirose, tenía el pelo corto de color negro igual al de Noa, pero sus ojos eran de color miel como el de su padre; a la vez se podían ver algunos cortes por sus mejillas y barbilla de haberse rasurado.

—Eeeeehh, Onii-san no jugarás—.

—Lo siento, Aoi-kun pero no puedo—.

Aoi Hirose el de en medio, cabello más largo, teniendo mechones que cubrían sus orejas y toda su frente; además de que se veía revoltoso, era de un color verdoso oscuro igual al de su padre y los ojos pequeños adormilados que apenas se veían, de color ámbar como el de Nao.

—¡!...—.

Sintiendo que le agarraban el dobladillo de la camisa, Ikki observa un niño más pequeño con una caja.

—... ¿Koji-kun, que pasó, te volvieron a molestar en la escuela?—.

Manteniendo una visión a la misma altura después de acuclillarse, el tímido Koji con un juego de mesa, preguntó en voz baja.

—No, ¿Onii-chan no te quedarás a jugar con Koji?—.

—Lo siento, pero no puedo, tengo asuntos pendientes que solo puedo resolverlos en la noche, pero mañana sí jugamos—.

—En serio, promesa de meñique—.

—Promesa de meñique—.

Sonriéndole, Ikki se levanta sobajeando el cabello negro que lo tenía largo, hasta los hombros. Detrás de sus lentes para poder ver, sus ojos eran de color ámbar claro.

—Nao-san, gracias por la comida, estaba deliciosa, pero tengo que irme a hacer unos encargos—.

—Ya veo, pero tan tarde tienes que salir, no es muy peligroso—.

Negando la preocupación de Nao, que era la perfecta ama de casa, se limpió las manos mojadas antes de acercarse a Ikki que ya estaba saliendo, y ella sale a despedirlo.

—... Trata de no llegar tarde, si pasa algo, puedes llamarme a cualquier hora—.

—No hay de qué preocuparse, bueno, me estaré yendo—.

Despidiéndose con la mano, Nao se queda viéndolo irse antes de entrar y seguir con los quehaceres del hogar para después descansar y dormir a sus hijos.

Viajando en un taxi, Hada Neko sentado en el hombro, Ikki con su teléfono en mano escuchaba lo que tenía que decir.

—No crees que esa señora se está encariñándose mucho contigo, como que haberla salvado dejó algo más que agradecimiento—.

—Mmm, no creo que pase nada como piensas y si algo así llegara a ocurrir… bueno, ya veremos—.

Respondió entre susurros sin mucha esperanza de que ocurriera.

Aun así dejó pensando a Ikki lo que dijo el hada Neko de Nao, pero rápidamente lo negó, ya que solo la podía ver como una figura materna.

-----------

Caminando por la calle principal de Kabukicho, las luces de neón iluminando se apropiaron de las calles: locales de comida, Karaokes, bares, bares tradicionales, tiendas al por mayor reconocidas por todo Japón.

Siguiendo caminando por el transcurrido lugar nocturno aún saludable, mientras seguía las cosas comienzan a cambiar de locales que encontrarías en cualquier parte del mundo a un mundo de adultos, con carteles iluminados de chicas ofreciendo servicios para hablar cariñosamente, servicios de alcohol, masajistas, baños de jabón, S M, fetiches desde los más comunes y subiendo.

Pasando ese distrito sin que nada llame su atención porque sabía a qué había venido, no como la primera vez que, mientras caminaba, era reclutado por hombres que ofrecían servicios de chicas en corto.

—Creo que este es un buen lugar, sin gente ni cámaras—.

—Ya revisé, no hay de qué preocuparse, nya—.

Todo arreglado, el brazalete comienza a palpitar dejando escapar destellos blancos, la figura de Ikki envuelta en luz mostrando la sombra de hombre a cambiar; bajando algunos centímetros, su pecho se infló con dos montículos expandiendo la blusa, su cintura se apretaba y su cadera se ensanchaba, mostrando la silueta curvilínea.

Calmándose el brazalete, la figura de adolescente se mostró, ojos grandes, risueños de iris de color azul claro. Piel perlada, pudiéndose comparar con la leche; hidratada, suave a la vista y al tacto y con una fragancia de avellana natural.

Cabello castaño, liso, que llegaba hasta sus nalgas redentoras que su falda azul marino no podía ocultar del todo.

—¡Yosh vamos, Hada Neko!—.

—Nya, tu cambio de humor sí que me desconcierta cada vez que cambias—.

—Lo crees, ehehehe, yo creo que es algo natural. Dejemos de hablar de mí, vamos a la reunión—.

Pasos livianos, la agraciada señorita vestida con uniforme marinero sale de uno de los tantos edificios que parecen solitarios, pero detrás de cada puerta era un mundo cerrado que no tenía nombre: sexo, drogas, poder, mafias, libertinajes, nadie sabe nada ni nada se sabe.

Atrayendo las miradas de hombres que pasaban, Kaede todavía remésente, pero no mostrándolo en su rostro, siguió su camino hasta llegar a un edificio departamental, pero su destino no era subir, si no bajar.

[Bar; Luna azuleja]

—Grandulón pareces estar bien… y tu jefe se encuentra—.

Sonrisa y de buen humor, el grandulón como fue llamado por Kaede, se estremeció al escuchar su voz, tanto así que comenzó a sudar.

—Se-señorita Kaede, es un placer tenerla de vuelta. Mi jefe ya me informó y la ha estado esperando—.

—Oh, entonces no lo hagamos esperar… Pero grandulón no tienes que ponerte nervioso ante una chica delicada como yo; me harás sentir mal por el pasado—.

—Ja ja ja, no se preocupe, señorita kaede, soy el que suda mucho por poca cosa… Por favor, entre—.

Tampoco queriendo insistir en el tema, después de escuchar tocar cuatro veces la puerta, el grandullón se abre, mostrando un bar vacío con una persona sentada de espalda. Entrando, el grandullón cerró al mismo tiempo, quedándose afuera custodiando la puerta.

[Guardia]

Llevo veinte años en este negocio turbio, cinco años desde que me contrató el jefe por haberle salvado la vida de unos sicarios que lo querían muerto por la zona de influencia, chocaba con otros, aquí en la zona roja de Kabukicho.

Anteriormente, estaba en la fuerza terrestre de autodefensa de Japón 'JGSDF'. Pero ya es cosa del pasado que solo se recuerda con unas copas. El jefe, como es conocido por todos, tiene este bar que es de tapadera para negocios no tan legales.

En el día casi no hay problema, a menos que se meta en una zona gris, pero todos los imbricados saben las reglas no escritas. En la noche es el verdadero juego; mujeres jóvenes vienen a relajarse con sus parejas o solas y siempre hay una o dos que se pasan de copas; claro que no pienso desaprovechar la oportunidad cuando tengo las manos libres. A veces hago lo correcto y pido un taxi para que se las lleven; caso contrario, pasamos una noche caliente.

Para que no haya problemas, las filmó y tomó fotos comprometedoras, para que no hablen; a la vez tomó su número celular para sacarles algo de dinero si veo que puedo sacar provecho de la situación.

Fue hace una semana, era una tarde calurosa, a diferencia de esta noche donde el bar Luna Azuleja se encontraba cerrado por mantenimiento; pero la verdad era que se movían grandes cantidades de dinero, revisar la nueva mercancía de chicas que trabajan para nosotros y documentación falsa.

Ya había escuchado rumores de una mujer hermosa como ninguna que te hará atragantar con tu propia saliva; siempre lleva un uniforme de marinero, pero su notoriedad no es solo la belleza que atrae miradas de los dos sexos, sino por qué anda buscando algo en toda la zona roja de Kabukicho, pero nadie se atrevía a hablar, ya sea por miedo o por orgullo; solo se sabe que donde ella esté, siempre deja el lugar destrozado igual que un tornado.

No dijo esto por orgullo, pero nací con un buen oído; reconozco los pasos de las personas que vienen y más cuando hay el eco en la escalera de caracol, en un espacio cerrado como esto. Esa tarde, no se había agendado ningún compromiso o que se me haya confirmado, ya que esa tarde habían terminado las reuniones con los gerentes que tenían a cargo sus locales.

Pasos livianos, igual como las plumas, pero que llevaban cierta sintonía; supe de inmediato que el que venía sabía pelear y muy bien.

—Así que ese es el lugar que decían los rumores… Yo grandulón, ¿está tu jefe?—.

Apareciendo en mi vista una hermosura de mujer, piernas largas, las cuales están cubiertas por medias largas hasta los muslos, falda corta, creando esa línea descubierta entre las medias y la falda, muy atractiva. Curvas donde había de agrandarse y achicarse donde debería.

Unos montículos que estiran la tela de su blusa hasta el límite de su talla.

—... ¿Quién eres?, ¿por qué preguntas por el jefe?—.

—Oh, perdona, pero soy Kaede Sakurai, vengo a hacer negocios con tu jefe. Me permitirías pasar—.

Mi instinto en ese instante me dijo que no peleara con esa chica, ni que la provocara, y mi instinto nunca me falla, aunque no pudiera sentir la sed de sangre que soldados como yo teníamos experiencia del campo de batalla, tenía un desagradable presentimiento debajo de esa sonrisa amistosa.

—... Deja llamarlo—.

—Espero—.

Mi jefe, que no tenía ningún problema en aceptar trabajos con suficientes ganancias, la deje pasar.

Transcurriendo unos diez minutos, cuando escuché un grito de dolor del Jefe, me preparé para entrar, pateé con todas mis fuerzas la puerta con arma en mano. Entré, solo para recibir un golpe en mis manos, sintiendo como si me hubieran golpeado con un tubo de concreto; casi se me dislocó la muñeca, para ver una sombra en mi periferia.

Lo único que recuerdo después fue el tremendo golpe y nada más; revisando las cámaras, me di cuenta de que una patada era lo que me mandó a volar a unos metros, mi jefe por su parte le rompieron el brazo.

Recuerdo que cuando desperté o me despertaron con un yeso en el cuello, vi a mi jefe fumando un puro de alta calidad en su sillón.

Con una voz calmada, como si hubiera perdido un juego de póker, me dijo con claridad.

—La próxima vez que venga, déjala pasar después de tocar cuatro veces la puerta—.

[Volviendo al presente]

Fumando un cigarrillo barato, se sobaba el cuello mientras expulsaba el humo por sus fosas nasales, el grandullón murmuró para él solo.

—Espero que las cosas vayan a hacerse con calma esta vez—.

Mientras dentro del bar, la relajante música del Jazz y un olor a canela envolvían el lugar, Kaede se sentó frente al jefe que le sirvió una cola sellada.

—Los documentos que me pediste están listos—.

Dijo el jefe poniendo encima de la mesa un sobre que rápidamente Kaede abrió, asintiendo con satisfacción al ver que todo estaba correcto.

—Un excelente trabajo—.

—Soy eficiente, ahora la paga—.

—Como verás, no puedo traer una suma tan grande de dinero conmigo…—.

—...—.

Entrecerrando los ojos con una expresión fría, mientras Kaede con una sonrisa de primavera, le pasó un papel que tenía en el bolsillo de su falda.

—Igual que el anterior, aquí está el dinero en el banco listo para retirarlo—.

—Okay… El pasaporte es genuino, no tendrás problemas si investigan en profundidad. La visa… No fue sencilla, pero tengo contactos, que lo tienen en la embajada de Rusia. Los papeles que me entregaste están dentro del sobre y la cuenta en un banco suizo, como pediste. ¿Necesitas algo más, Señorita?—.

Mirando con más atención lo que dijo el jefe, abrió el pasaporte donde estaba la foto de Ikki. También la contraseña y número de cuenta bancaria del banco Suizo.

Sobre el papel, al jefe que todavía tenía yeso en su brazo, Kaede le dijo con amabilidad.

—Nada más, bien, me voy—.

—¿Por qué no te quedas y charlamos?. Tampoco has abierto la cola que te di, puede que no sea de tu agrado—.

—... Soy desconfiada con tipos como tú; ya que me lo brindas, lo tomaré, pero quién sabe qué le has puesto—.

—Jajaja qué desconfiada con la fuerza que tienes y la reputación que te has ganado estas semanas—.

Sin decir nada más, Kaede con el sobre y la cola en mano, salió del bar.

—---------

Una semana después.

—Fuu, fuu… no pensé que haría tanto frío; qué bueno que traje ropa para abrigarme.

"Nyaa, si fuera por ti mismo, hubieras venido con ropa ligera, deberías darle gracias a Noa-chan, nya—.

—...—.

No habiendo forma de contraatacar el reclamo, Hada Neko se rió con picardía.

—Ahora porque no dices nada, nya. Pu pu, vaya que Noa-chan es muy atenta contigo, apenas le dijiste que ibas a viajar, se puso triste, pero al decirle que estarían en contacto, se alegró, nya—.

—Solo es agradecimiento…—.

Queriendo tapar el sol con un dedo, Ikki no podía esconder que Nao tenía sentimientos más que agradecimiento por salvarla de que la mataran.

-Nao-san se ha estado comportando de forma más cercana, hasta el punto de posar sus pechos en mi espalda o tomar mi brazo para abrazarlo con su cuerpo. Aaaahh, la verdad es que no sé qué hacer. Sé que lo que siente no es amor verdadero, creo que es más un estado psicológico como el de puente colgante por verla salvado-.

—Jejeje, hasta te fue a revisar la maleta al ver que viajabas con ropa ligera, te compró ropa para el frío y hasta te dejó en el aeropuerto solo dejando de comer a sus hijos, nya—.

Gozaba de la incertidumbre de Ikki que lo ignoraba.

Ikki caminando por el aeropuerto, jalando su maleta y desajustando su bufanda, un regalo de Nao.

Viajando en coche alquilado por carretera, mientras escuchaba música animada para no dormirse y su copiloto hada neko que le hacía conversar.

—¿No sabía que pudieras conducir?—.

—Se aprende si trabajas en un taller de autos…. ¿Estamos yendo en la dirección correcta?—.

—Vas en buen camino, pero donde vamos a quedarnos, ya tengo hambre—.

—En el aeropuerto cambié yenes por rublos, así que tendremos dinero, nos quedaremos en un hotel y después salimos a buscarla—.

—Me gusta el plan, buscaré un hotel con buena vista—.

—Dale—.

Siguiendo las indicaciones de Hada Neko, después de alojarse en un hotel; dejar su maleta en la habitación, seguido para ir a comer comida rápida de KFC, para llevar.

—Donde… iremos…—.

—... Sigue de largo… aquí gira hasta la siguiente intersección… Por aquí, la otra es contravía… Tres cuadras a la derecha y busca estacionamiento…—.

—Mmm…—.

Comiendo las presas crocantes de pollo, con papas fritas y cola grande, Ikki al estacionar, siguió comiendo con Hada neko hasta llenarse.

—Fuuull…—.

¡Eructoooooo!

—... Qué rico, ya tenía hambre—.

—Nyaaa, la comida chatarra es la mejor…—.

¡eructoo!

—... nya—.

—¿Dónde teníamos que ir?—.

Pregunto lánguidamente, mientras veía caer nieve.

—Transfórmate, y revisemos el mapa—.

—Deja descansar un poco—.

—Nyaa… tienes razón—.

Tomándoselo con calma, ambos se quedaron dormidos con la calefacción encendida, dejando el carro con olor a pollo de KFC.

¡Música! ¡Música ¡Música!

—Ikki… celular, nya—.

—S-siii… hola, ¿quién es?...—.

Respondiendo adormilado, una voz femenina enojada se escuchó del otro lado del altavoz.

—Ikki-kun,¿porr qué no has llamado? sabes lo preocupada que estaba—.

—... O-oh, Nao-san, lo siento, me había quedado dormido después del viaje—.

—Ya-ya veo, lo siento si te desperté… ¿Cómo estás?—.

—Huaaa… Estoy bien, estoy alquilando una habitación y creo que ya va siendo hora de que sirvan la comida—.

—Entiendo, te marcaré mañana descansa—.

—Si, te llamo mañana—.

Siendo algo frío en como tratar a Nao, tomó a Hada neko del cuello para transformarse en Kaede.

—Mmmmm, ya siento entumecido el culo, vamos hada neko muéstrame el camino—.

—Cin-cinco minutos más… ¡¡Qué frío!!—.

—Deja de quejarte tengo las piernas descubiertas, muévete. Ussshh, que frío siento que se me congelan las piernas—.

—Vuelve rápido al auto y cámbiate, para eso dejamos algo de ropa, nya—.

—T-ti-tienes razón, uuuuurr, qué maldito frío hace, a cuantos grados estamos—.

—... a menos tres grados, nya… Oye, Kaede porque no volvemos al hotel y dejamos para mañana, según dice aquí, que será un día soleado—.

—... Cállate y vamos—.

Refutando contundentemente ajustó su pantalón que era mucho más grande que Kaede, teniendo que arremangarse a la vez tenía que utilizar un cinturón para que no se cayera cuando caminara.

De la misma manera pasó con la camisa de interior, encima otra camisa y sobrepuesta una chompa. Lo único que no tuvo que arreglar Kaede era los zapatos que media casi los mismos que Ikki.

—Vámonos—.

—Hace mucho frío fuera, déjame meterme aquí, nya—.

Metiéndose dentro de la chompa, ya que tenía donde apoyarse más que en los senos de Kaede, salieron ambos.

—Fuuu, todavía hace frío pero es más soportable… Bien donde vamos—.

—... Sigue caminando hasta la lámpara que está parpadeando y pasa por el parque—.

A paso rápido una Kaede abrigada con doble ropa, al no poder soportar el frío que penetraba la tela y congelaba la cara, teniendo en repetidas ocasiones frotar sus manos y acariciar sus mejillas frías.

—¿A-a-ahora?—.

—Sigue este camino y podrás encontrar una casa apartada—.

Unos minutos de caminata rápida, Kaede mira el vecindario donde apenas había lámparas que iluminan la carretera, siendo mayormente oscuro.

Miau

—¡!...—.

Saliendo de la nada, un gato con el suficiente pelo para parecer algodón de azúcar, Kaede sorprendida por dicho gato que la asaltó, comenzó a retroceder mientras decía.

—Hehehe, un ataque sorpresa, déjame decirte que soy una experta luchadora… ¡Aléjate tengo un arma, si te acercas te dispararé! iiiiiii, ma-maldito en-en serio piensas que no lo utilizaré—.

—¿Qué rayos estás haciendo, nya?—.

—Na-nada, 'tos' simplemente me asusté por lo repentino que fue…—.

No pudiendo terminar de hablar cuando el gato saltó sobre ella, Kaede rodó por la nieve que comenzaba a acumularse para tirar hacia adelante como si su vida dependiera de ella.

—¡¡¡Detente Kaede nos pasamos de casa!!!—.

—...—.

—¡¡¡Que te detengas, me estoy mareando!!!—.

—...—.

—Ugh voy a vomitar—.

—¡! Aaaaaa—.

—¡! Kyaaa—.

Chocó contra otra persona, cayendo al suelo.

—Du-que dolor, ¡oye, fíjate por dónde corres, podrías lastimar a alguien!—.

—Lo-lo siento, pe-pero una bestia quería comerme mi cerebro y-y tuve que huir—.

—Aaaaah—.

—Miau—.

—iiiiiiiiiiii!!!, el secuaz de la bestia…—.

Aterrorizada, Kaede no importando quién era la persona en cuestión que chocó, no dudó en abrazarla temblando de miedo.

—... no es un simple gato—.

—T-te equivocas, esas bestias se comen el cerebro mientras duermen, parecen lindos en el exterior, pero la verdad es que son extraterrestres que quieren invadir el planeta. Mientras uno duerme, estos monstruos hacen sus fechorías lavando el cerebro con sus colas a través de la nariz—.

—Aaaaaa… chu, chu fuera de aquí, ya se fue ahora podrías dejarme ir, o tendré mi trasero congelado—.

—Perdón…—.

Ayudando a parar a la chica con la que chocó, Kaede que solo podía ver la silueta de la mujer, no dejó de abrazar su brazo, ya que temía que el gato estuviera cerca para emboscar.

—Oye, ya suéltame de una vez—.

—N-no, si te suelto, esa bestia vendrá por mí una vez más ¡¡!!, ¡¿qué fue eso?!—.

—Solo es la nieve cayendo de las ramas… aaaa, ¿cómo te llamas?, ¿tienes el número de tus padres para que vengan a verte?—.

—... Me llamo Kaede y estoy de visita en el país… no tengo padres—.

—Veo… hablas muy bien el ruso, ¿de dónde eres?—.

—Japón—.

—Te han enseñado bien, casi no noto la diferencia… ¿Qué haces por estos lugares?. ¿Estás haciendo turismo y te perdiste?—.

—No exactamente, salí a pasear, me estoy quedando en un hotel—.

—Si tienes donde quedarte, ¿qué haces en este lugar tan desolado a plena noche?—.

—Salí a despejar la mente y tú, ¿cómo te llamas?... ¿Dónde me estás llevando?—.

Recuperando algo de racionalidad, Kaede se da cuenta de que todo el rato ha estado abrazando el brazo de la chica y que caminaban a una pequeña casa desolada con la tenue luz filtrándose.

—Te tranquilizantes—.

—Eh, ah, sí, perdón por las molestias… Me llamo Kaede Sakurai y tú—.

—Alisa Volkova… ¿Otra vez viste a un gato?—.

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