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Chapter 2 - “LOS CUERPOS PRESTADOS”

El bosque donde habían acampado era húmedo, silencioso y frío. La hierba alta goteaba por el rocío nocturno, y el olor a tierra mojada se mezclaba con el humo de la pequeña fogata que Kael trató de encender.

—Genial… —refunfuñó mientras soplaba el fuego—. Si el examen no me mata, esta humedad lo hará.

Doran rió desde su roca, afilando su vieja lanza.—Deja de quejarte. Ayer casi nos mata un pueblo entero, ¿recuerdas?

Rhett, que nunca sonreía, revisaba sus bolsas con una paciencia casi militar.—Dormimos poco. Y no por el frío… sino por ti, Kael, que roncabas como jabalí enfermo.

—¿Yo? ¡Lira también roncaba! —protestó Kael.

Lira, sentada con las piernas cruzadas, levantó la vista lentamente.—Yo no ronco. Yo respiro con personalidad.

Kael abrió la boca… pero la cerró cuando vio la expresión de Lira.

Ella ganaba discusiones con la mirada.

Al amanecer, el grupo recogió sus pocas pertenencias. Se sentían cansados, rechazados y sin rumbo… pero la promesa del extraño genio los mantenía avanzando.

La subida por la colina era empinada. Las ramas golpeaban sus rostros, la tierra era resbalosa y cada paso levantaba hojas secas. Al llegar arriba, vieron la casa abandonada: vieja, torcida, hecha de madera gris, como si el bosque la hubiera olvidado allí.

La puerta crujió sola al empujarla.

Dentro, estaba él.

Un genio… aunque su aspecto era más inquietante que mágico. Flotaba sin piernas, su cuerpo hecho de humo azul y piel marcada de runas apagadas. Sus ojos amarillos brillaban como brasas frías.

—Bienvenidos… —su voz sonó como un susurro dentro de sus cráneos—. ¿Están listos?

El grupo intercambió miradas.Kael tragó saliva.Lira respiró hondo, nerviosa.Doran apretó la empuñadura de su lanza.Rhett simplemente asintió, serio.

—Estamos listos —respondió Kael, aunque su voz tembló.

El genio elevó una ceja espectral.

—El objeto que deben traer… no está cerca.

Todos se quedaron quietos.

—¿Qué significa eso? —preguntó Lira, frunciendo el ceño.

El genio sonrió… y esa sonrisa no era tranquilizadora.

—Significa que puedo enviarlos allí. Pero no sus cuerpos… solo sus almas.

Kael levantó una mano.—¿Almas? ¿Como… como fantasmas?

—No exactamente —dijo el genio—. Tengo cuatro cuerpos creados para ustedes. Cuerpos vacíos. Cuando sus almas entren en ellos… adoptarán la forma de ustedes mismos.

Doran dio un paso atrás.—Eso suena peligroso.

—Lo es —admitió el genio sin pudor—. Pero cuando esos cuerpos mueran, ustedes volverán aquí. Sus cuerpos reales permanecerán intactos.

Kael levantó una ceja.—O sea que… técnicamente podemos morir… pero no morir.—Exacto.

Rhett apretó los dientes.—Hagámoslo. Cuanto antes termine esto, mejor.

El genio levantó su mano cubierta de humo.

—Entonces… prepárense. El lugar al que van es letal.

Un destello azul los envolvió.Sus cuerpos cayeron al piso… inertes.Y sus almas fueron arrancadas hacia otra existencia.

Kael abrió los ojos en un cuerpo ajeno pero idéntico al suyo. Sintió un mareo profundo, como si su estómago no existiera.

—Ugh… siento que me patearon el alma —dijo, sosteniéndose la cabeza.

Se encontraban en un vasto desierto de roca negra, el cielo rojizo sin estrellas, un viento caliente que quemaba la piel. A su lado flotaba un enorme ojo de humo azul.

—Soy yo —dijo la voz del genio desde el ojo—. A partir de ahora, los guiaré.

—¿Dónde carajo estamos…? —murmuró Lira.

—Callen —susurró el ojo—. Y escóndanse. Ahora.

El grupo se lanzó detrás de unas rocas oscuras.

Un temblor sacudió el suelo.Algo enorme caminaba a pocos metros.

Una criatura salió de entre las sombras: una aberración que parecía un dragón… pero sin fuego. Su aliento era un vapor ardiente que deformaba el aire. Su piel gris se abría en grietas que expulsaban humo negro. Sus patas dejaban surcos profundos en la piedra.

Kael respiró hondo.—Genial… un dragón con problemas de piel.

—Cállate, imbécil —susurró Rhett.

Intentaron avanzar lenta y silenciosamente… pero la cola del monstruo golpeó una roca que rebotó a los pies de Doran.

La aberración giró la cabeza.Los vio.

Y rugió.

Un rugido que vibró en sus huesos.

La criatura cargó.

Todos se dispersaron gritando.

Doran corrió a un lado, pero la bestia fue directo hacia él.El monstruo abrió sus fauces enormes.

—¡NO! —gritó Lira.

Kael, sin pensarlo, tomó una piedra y la metió en el tirachinas de Doran, apuntando con manos temblorosas.

—¡HEY, PESCADO CON ALAS! ¡AQUÍ!

Disparó.

La piedra golpeó uno de los ojos del monstruo.Un chillido agudo lo hizo retroceder.

—¡Bien hecho! —gritó Lira.

Kael no celebró: ya estaba corriendo hacia una roca más alta.

Saltó, trepó y llegó a un saliente.El corazón le latía a mil.

—Muy bien Kael… es solo un monstruo gigante que puede arrancarte las piernas —se dijo a sí mismo—. Cosas normales.

Saltó sobre la espalda del monstruo.

—¡¡¡AARGH!!! —el calor era insoportable, como si se quemara vivo.

Golpeó uno de los ojos laterales, pero la criatura agitó su cola.Lo lanzó volando.

Kael cayó y sintió cómo su cuerpo prestado se fracturaba.Un dolor desgarrador recorrió su pecho.

—AGH… hijo de… —tosió sangre falsa.

El ojo del genio flotó sobre Doran.

—¡Haz una explosión! ¡Rápido!

—¿Con qué? ¡No tengo nada! —gritó el chico, desesperado.

—Golpea las rocas rojas, reaccionan con el aire —ordenó el ojo.

Doran tomó una roca rojiza y la lanzó contra otra.

BOOM.

La explosión fue pequeña… pero el estruendo retumbó en todo el valle.

El monstruo rugió y retrocedió.Y entonces, varias aberraciones más levantaron la cabeza desde la distancia… y corrieron hacia ellos.

—¡CORRAN! —gritó el ojo.

El grupo se reunió, temblando, sangrando, y escapó hacia unos túneles oscuros. Detrás de ellos, aberraciones chocaban entre sí, peleando, rasgándose, intentando capturarlos.

La respiración de Lira era un sollozo entrecortado.Rhett tenía un brazo colgando.Kael cojeaba, cada paso un tormento.Doran se aferraba a un corte profundo en su costado.

Sentían dolor real.Dolor que quemaba.Dolor que no era de su mundo… sino del cuerpo prestado.

Pero continuaron.

—F… falta mucho… —jadeó Kael.

—No. Están cerca —dijo el ojo.

Cuando salieron al exterior, estaban en un paisaje blanco. Nevara fuerte. El frío era tan brutal que su piel comenzó a agrietarse.

Una carreta abandonada los esperaba, rodeada de objetos congelados.

—Ahí adelante —dijo el ojo—. Ese cajón. Dentro está la piedra roja.

Kael avanzó con dificultad.Pero entonces el ojo se estremeció y retrocedió.

—¡Atrás! ¡Hay alguien…!

Un tipo con capucha negra apareció entre la nevada.Sus ojos dorados brillaron como los de un cazador salvaje.Su espada ya estaba desenvainada.

Sin dudar, corrió hacia ellos.

—¡CUIDADO! —gritó Kael.

La espada atravesó el pecho del cuerpo prestado de Rhett.Un dolor insoportable lo hizo gritar.

—¡¡AAAAAAAAH!!

Era como ser abierto de verdad.

Lira lanzó un chillido.Doran trató de intervenir, pero el asesino le cortó la mano del cuerpo prestado… y el dolor fue tan real que cayó vomitando.

El asesino levantó su espada para decapitarlo.

—¡¡HEY!! —Kael disparó otra piedra con el tirachinas.

El impacto en la sien del asesino lo hizo girar por un instante.

Kael corrió hacia él con un cuchillo tembloroso, aunque sabía que era inútil.

El asesino lo miró con ojos fríos.Kael se congeló de miedo.

—No… no… —susurró, paralizado.

El asesino levantó su espada para cortarlo también—

Pero Doran, agonizante, agarró la caja con la piedra roja.En cuanto la tocó, una luz azul los envolvió a todos.

El asesino no alcanzó a tocarlos.

En un instante, Kael abrió sus ojos reales dentro de la casa del bosque.

Respiró como si se ahogara.

Su cuerpo estaba intacto… pero su alma temblaba.

—Dioses… —susurró Lira, llorando—. Sentí… que realmente moría…

Doran aún lloraba por el dolor fantasma de haber perdido su mano.

Rhett temblaba, con la mano en el pecho donde antes había sido atravesado.

El genio flotaba frente a ellos, sonriendo.

—Bienvenidos de vuelta.Ya consiguieron el objeto.

Kael lo miró con furia, con miedo… pero también con algo nuevo.Determinación.

—Genio… más vale —dijo entre dientes— que esto haya valido la pena.

La aventura recién comenzaba.

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