Cherreads

Chapter 3 - ´´El Precio del Trato´´

—¿Qué fue esa mierda? —soltó Rhett apenas recuperó el aire.Kael seguía apuntando al vacío, paralizado.

—¡Te estoy hablando, carajo! —gritó Doran, agarrando a Kael del brazo—. ¡Si ese tipo nos alcanzaba estábamos muertos, joder!

Kael se soltó de golpe.—¡Lo sé! ¡Lo sé, imbécil! ¡No me lo repitas!

—¡Tenías un tiro limpio! —Doran estaba rojo de rabia—. ¿Qué te pasó? ¿Te congelaste? ¿Te cagaste de miedo?

Lira se interpuso.—¡Ya basta! ¡No es momento de pelear!

—¿Y cuándo carajos sí? —bufó Doran—. ¡Si Kael falla otra vez nos matan a todos!

Kael apretó los dientes, temblando.—Cierra la boca, Doran, antes de que te la cierre yo.

—Inténtalo, cagón —respondió Doran empujándolo.

Iban a golpearse cuando el genio apareció, flotando, cansado de escucharlos.

—Bueno, bueno, ya terminan su telenovela humana —dijo con fastidio—. Yo cumpliré mi parte: cada uno tiene derecho a dos preguntas.

—¿¡DOS!? —Lira explotó—. ¡¿Eso es todo?! ¿Después de casi morir allá!?

—El trato ya estaba hecho —respondió el genio, sin emoción—. Debieron leer la letra pequeña… aunque no hubo letra pequeña, simplemente confiaron como idiotas.

Rhett gruñó.—No me jodas…

—Entren de uno en uno —continuó el genio—. El que entra pregunta, y los demás esperan afuera.

La tensión era tan pesada como el aire antes de una tormenta.Uno por uno pasaron.Uno por uno salieron, confundidos, molestos o decepcionados.

Hasta que tocó el turno de Kael.

Dentro, Kael estaba rígido, con el rostro tenso.

—A ver… —dijo el genio, flotando boca arriba—. Sorpréndeme.

—Quiero saber… —Kael tragó saliva— dónde está mi tío.

El genio sonrió como si saboreara algo delicioso.

—Ah… el hombre que asesinó a tu hermanita… y que abusó de ella antes de hacerlo. Vaya tío.

Kael apretó tanto los puños que le crujieron los dedos.

—Respóndeme. Ya.

El genio se inclinó hacia él, mirándolo desde arriba.—Está cerca de la capital de Valdyrion. Se mueve entre poblados… como una rata que sabe que la buscan.

Kael no dijo nada. Sus ojos estaban vidriosos… pero no por tristeza.

Por odio.

Al salir, nadie le preguntó qué averiguó. Su expresión lo decía todo.

Terminaron con las preguntas, salieron de la casa del genio y comenzaron a bajar la colina en silencio. Hasta que Rhett habló:

—¿Y ahora qué? ¿A dónde vamos?

Kael respiró hondo.—A la capital de Valdyrion.

Doran lo miró fijamente.—¿Es por tu tío?

—Sí —respondió Kael, sin esconderlo—. Y sé que es egoísta, pero… yo voy a ir.

Lira suspiró.—No tenemos un plan mejor. Iremos contigo.

Siguieron su camino hasta que un rugido enorme los hizo detenerse. En el campo abierto, una aberración emergió del suelo, moviéndose con violencia.

Corrieron hacia allá, pero dos cazadores ya estaban peleando contra la criatura. Sus movimientos eran precisos, como si hubieran matado decenas de esas cosas.

El primero, un hombre de cabello rojizo y mirada afilada, se llamaba Taker.

El segundo, más frío, con ojos azul oscuro y un aire de tragedia, se llamaba Rauvhen.

Fue Rauvhen quien clavó el golpe final en la garganta de la aberración.

—Llegaron tarde —dijo sin siquiera voltear del todo.

—Sí… —respondió Rhett— ya lo vimos.

Taker limpió su espada.—Si quieren sobrevivir, hagan trabajos útiles. Maten aberraciones, ayuden a la gente. Les pagarán por eso.

Kael tragó saliva.—¿Siempre aparecen tan cerca de los caminos?

Rauvhen negó.—No. Algo está moviendo a estas cosas por aquí. No es normal.

Después de un rato, los cazadores se marcharon por su propia ruta. El grupo siguió la suya.

Ya en camino, Lira habló:

—Oigan… lo que vimos en el… lugar del genio… no es normal.Rhett asintió.—Había demasiadas aberraciones ahí. No era como este mundo.Doran miró al suelo.—Como si ese sitio estuviera… enfermo.

Lira murmuró:—¿Entonces qué es ese lugar?

El silencio fue la única respuesta.

A varios kilómetros de distancia, Erian —el chico que acompañó al grupo al inicio de su viaje, el que parecía débil pero tenía una mirada peligrosa— subía la colina solo.

Entró donde habían estado con el genio.El genio lo esperaba, casi como si supiera que vendría.

—Mira quién volvió —dijo el genio sonriendo—. El niño amable que no es tan amable.

Erian dio un paso adelante, su voz firme como acero.—Entrégame la piedra elemental.

El genio arqueó una ceja.—¿Vienes a pedírmela… o a robármela?

Erian apretó los dientes.—Te lo digo una vez: dámela por las buenas…

Sacó un arma corta, oculta entre su ropa.

—…o por las malas.

El genio sonrió.

Una sonrisa lenta. Y cruel.

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