Capitulo 3 — “EL ECO DEL CAZADOR”
— Cuando la oscuridad alcanza a los que quieres
El humo aún no se había disipado de la explosión.
Eiden y su amiga corrían a toda velocidad entre las calles mojadas, sin mirar atrás. Los dos respiraban con dificultad, pero la chica estaba peor: sus piernas temblaban por el susto y el cansancio.
—¡Eiden, no puedo… no puedo más! —jadeó ella.
—¡Sigue! —gritó él sin detenerse—. ¡Si te frenás, te alcanza!
El sonido detrás de ellos no era humano.
No eran pasos.
Era como el crujido de huesos mojados mezclados con un rugido que venía de un abismo.
La criatura se arrastraba por las paredes… como si la gravedad no existiera.
Clack… clack… clack…
Sus dedos largos dejaban marcas profundas en el concreto.
La amiga de Eiden tropezó.
Él la sostuvo del brazo.
—¡Eiden… tengo miedo…!
Un grito desgarró el aire.
La criatura cayó delante de ellos, bloqueando el camino.
Era enorme, oscura, imposible.
Tenía la forma de un humano… pero retorcida, como si hubiese sido diseñada por alguien que nunca vio un cuerpo real.
La amiga tembló.
—¿Qué… qué es eso?
Eiden puso el brazo delante de ella como si pudiera protegerla de algo así.
—No lo sé… —susurró—. Pero no lo voy a dejar tocarte.
La criatura levantó la cabeza.
Sus ojos eran dos líneas rojas que vibraban.
Y dijo, como si estuviera dentro de sus mentes:
—Eiden…
La amiga dio un salto de miedo.
—¡Dijo tu nombre!
Antes de que Eiden pudiera reaccionar, la criatura dio un golpe al suelo con una fuerza IRREAL.
El piso se hundió como si fuera gelatina.
Una grieta enorme estalló hacia adelante, destruyendo autos, postes y rompiendo vidrios en un rango de cuadras.
La onda expansiva lanzó a Eiden y a su amiga contra diferentes direcciones.
Eiden rodó sobre el asfalto, levantándose con sangre en la frente.
Miró rápidamente alrededor.
—¡¿Dónde estás?! ¡Responde!
—¡Eiden! —llamó ella desde detrás de un contenedor, temblando mientras intentaba levantarse—. No puedo mover mi pierna…
La criatura la vio antes que él.
Y dio un paso hacia ella.
Ese solo paso hizo retumbar todo el callejón.
Eiden sintió una descarga eléctrica en el pecho.
—¡NO! —corrió con todas sus fuerzas.
Pero una patada entró en escena.
Una patada seca, rápida, como un latigazo de acero.
La criatura fue lanzada hacia atrás, atravesando una pared como si fuera un papel mojado.
Y ella apareció.
La chica creída, con su chaqueta roja, su mirada altiva, y su expresión de “esto me aburre”.
—Llegué justo a tiempo —dijo acomodándose el pelo—. Como siempre.
La amiga de Eiden la miró atónita.
—¿Quién… quién es ella?
La chica creída sonrió con arrogancia pura.
—Soy la que te acaba de salvar. Y la que va a salvar a tu héroe torpe también.
Eiden frunció el ceño.
—¿Vos otra vez…? ¿Por qué nos seguís?
Ella lo miró directo a los ojos.
—No los sigo.
Estoy aquí porque él los rastrea a ustedes.
La criatura salió del agujero, más furiosa que antes.
La chica creída avanzó un paso, y su aura cambió.
—Bien… —dijo con una sonrisa peligrosa—.
“Cuando un monstruo obliga a mostrar la verdad”
La criatura salió del hueco de la pared con un rugido tan profundo que vibraba en el pecho.
La chica creída entrecerró los ojos, adoptando una postura elegante pero tensa.
Eiden miraba desde el costado, todavía recuperándose.
Su amiga, apoyada contra el contenedor, temblaba.
—Eiden… ¿ella puede ganar? —preguntó con la voz rota.
Él no respondió.
Porque ni él estaba seguro.
---
La criatura atacó primero.
Dio un salto brutal, cayendo sobre la chica con un golpe descendente que parecía capaz de partir un edificio a la mitad.
Ella logró esquivarlo, pero el impacto generó una onda que levantó polvo, latas y pedazos de concreto a varios metros.
BOOOOM.
La chica cayó rodando por el suelo, se levantó y chasqueó la lengua.
—Tch… Qué molesto.
Es más rápido de lo que parece.
La criatura la miraba sin emoción, sin respirar, como una máquina de matar.
Ella apretó la mandíbula.
“Cómo puedo vencerlo… sus movimientos son erráticos.”
“Ese golpe, si me tocaba, me partía.”
“…Su cuello es duro, probablemente no sirva… entonces…”
Su mente iba a mil.
“Mejor cortaré su cabeza.”
Sus ojos brillaron.
Pero antes de que pudiera moverse, la criatura apareció justo delante de ella, como un borrón.
—¡¿Qué…?! —alcanzó a decir.
El monstruo la tomó del brazo y la lanzó contra un edificio.
CRASH.
Eiden sintió una punzada de miedo.
Su amiga gritó:
—¡Eiden, ella va a morir!
—No —respondió él apretando los dientes—. Esa chica… es más dura de lo que parece.
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La chica creída salió del agujero que había dejado en la pared.
Cojeaba un poco.
Se tocó el labio y vio sangre.
—¿Me hiciste sangrar…? —susurró con una sonrisa oscura—. Qué raro.
Hace mucho que algo no me lastimaba.
La criatura avanzó a cuatro patas, cada paso rompiendo el asfalto.
Ella pensó rápido.
“Mis puñales… no. Muy duros.”
“Su piel… resistente.”
“Sus movimientos… impredecibles.”
“Tengo que cortarlo cuando él ataque, no antes.”
Apretó los dientes.
—Ok monstruo… te voy a partir en dos —dijo levantando la mano.
Sacó un arma parecida a una hoja curva hecha de energía azul, vibrante, casi viva.
Eiden abrió los ojos sorprendido.
—¿Qué demonios es eso?
Ella no contestó.
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El segundo choque fue peor que el primero.
La criatura saltó con velocidad absurda.
La chica giró el torso y lanzó un tajo horizontal.
La hoja de energía cortó el aire…
y apenas rozó la piel de la criatura.
Un hilo de sangre negra cayó.
Ella sonrió.
—Te corté…
Pero el monstruo reaccionó antes de lo esperado.
Le incrustó una mano en el costado como una lanza.
SHUNK.
Ella escupió sangre y retrocedió tambaleándose.
—¡HEY! —gritó Eiden—. ¡Se está muriendo!
La criatura volvió a dirigir su atención hacia la amiga herida.
Eiden sintió que el corazón se le congelaba.
El monstruo comenzó a caminar hacia ella, lentamente…
como disfrutando el terror.
Eiden dio un paso adelante.
—¡HEY! ¡A mí! ¡Si querés alguien para matar, vení a buscarme!
La criatura se detuvo.
Lo miró.
Y dijo, con esa voz profunda que no sonaba humana:
—Eiden…
La chica creída, sangrando, se limpió la boca y gritó:
—¡Idiota! ¡No lo provoques!
Pero era tarde.
El monstruo dejó de mirar a la amiga…
y apuntó sus ojos rojos directamente a Eiden.
“EL GOLPE QUE NO SIRVIÓ PARA NADA”**
La criatura rugió, un sonido tan profundo que hizo vibrar el aire como si retumbara dentro de los huesos. Eiden cayó de rodillas, aún sosteniendo a su amiga inconsciente, que respiraba apenas, con la sangre marcando un hilo fino en su costado.
La chica creída —la guerrera del norte— se adelantó con un paso lento pero firme. Sus ojos brillaron con seguridad exagerada.
—Pff… qué feo olor tiene este bicho —murmuró, levantando un ceño—. Encima atacar a alguien por la espalda… qué ordinario.
La bestia saltó.
Ella apenas inclinó la cabeza, y el garrazo pasó rozándole el cabello.
PUM.
El suelo se hundió bajo el impacto.
Su expresión cambió: ya no era burlona… era seria.
“Okay, este monstruo no es cualquier cosa… ¿Cómo lo hago más eficiente?
¿Qué le corto? ¿La cabeza?
Sí, la cabeza casi siempre funciona…”
Bajó su centro de gravedad, su mano rozó el mango de su espada y se movió con velocidad limpia.
Pero la criatura volvió a saltar, esta vez más rápido. El choque de ambos levantó polvo y ondas de choque que Eiden sintió incluso a varios metros.
La chica retrocedió un poco.
“¡Pero qué fuerza de mierda tiene! Si me descuido un segundo me arranca la cabeza…”
La bestia cargó otra vez, bramando.
Ella apretó los dientes.
—Bien. Hora de ponerme en serio.
Eiden dejó a su amiga en el suelo con cuidado. Su respiración se tornó tensa, el aire se condensó alrededor de él. Su cuerpo dio un pequeño salto hacia adelante como si algo en su interior despertara por un instante.
El suelo tembló bajo sus pies.
—¡¡HAAAAH!! —gritó Eiden, lanzándose directo hacia la criatura.
La chica creída, peleando, dio una mirada rápida hacia él:
—¿Eh? ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, TARADO? ¡¡AUN NO ESTOY LISTA!!
Pero él ya estaba en plena carrera.
Eiden golpeó a la criatura… y la criatura ni se movió.
Ni un paso atrás.
Ni un gruñido.
Se escuchó un sonido seco: tac.
Literalmente como si Eiden hubiera golpeado una montaña.
Eiden quedó congelado con los ojos muy abiertos.
—…¿Eh?
La bestia lo miró. Muy lentamente.
La chica creída se agarró la cara.
“Por el amor de las antiguas montañas… esto no sirvió para NADA.”
Pero algo había cambiado: la criatura desvió su atención hacia Eiden. Eso le dio a ella exactamente lo que necesitaba:
Una apertura.
—Perfecto —sonrió ella mientras sus botas se clavaban en la tierra—. Gracias por… eh… distraerlo.
Saltó, giró en el aire con la espada sobre su cabeza.
“Ahora sí… La cabeza.”
La bestia levantó su brazo para atraparla, pero su tiempo ya había terminado.
SHHH-TACK.
Un corte limpio.
La cabeza de la criatura cayó como una piedra enorme al suelo.
El cuerpo tardó un segundo más en desplomarse.
Silencio.
Luego, la chica sacudió su espada, orgullosa.
—Y bueno, así se hace cuando sabés lo que hacés.
Eiden estaba todavía parado frente al cadáver, shock total en el rostro, como si hubiera visto un dios descender. Literalmente tenía esa cara de:
“¿Qué… qué… qué fue ESO?”
Ella lo miró y apoyó un dedo en su frente.
—¿Viste? Así pelea una profesional. Aprendé, principiante.
Él seguía con la misma cara, sin poder procesar.
La amiga de Eiden, ya siendo atendida por dos aldeanos que llegaron al rescate, abrió un ojo apenas y vio a la chica triunfante.
Su expresión lo dijo todo:
“…esta necesita terapia urgente.”
Eiden solo asentía, rígido, todavía intentando salvar su dignidad.
La chica creída se giró con una sonrisa enorme:
—Bueno, ¿quién sigue? ¿Otra bestia? ¿Un ejército? ¡Estoy con calor! —dijo agitando la espada como si fuera un abanico.
Eiden tragó saliva.
Sí.
Definitivamente estaba loco por seguir a esa chica.
El aire todavía olía a sangre y a hojas quemadas. El monstruo caído se evaporaba lentamente, dejando una mancha negra en la tierra. Eiden respiraba agitado, tambaleándose, con los brazos temblando por el esfuerzo inútil que había hecho para ayudar.
La chica guerrera —la creída del norte— se sacudió el polvo del hombro, como si acabara de terminar una pelea normalita.
—Listo. Problema resuelto. No tienen que agradecerme… bueno, sí, deberían. Mucho. Muchísimo. Acepto comida, oro o un festival en mi honor. —dijo con una sonrisa arrogante.
Eiden parpadeó, todavía procesando lo que había pasado.
—¿Eres… humana? —preguntó con la expresión más tonta del mundo.
La guerrera lo observó… y soltó una carcajada nasal.
—¿Qué te pasa en la cabeza? Claro que soy humana. ¿O acaso parezco una cabra gigante?
—¡N-No dije eso! —balbuceó Eiden.
Desde el suelo, la amiga de Eiden —herida, vendada, pero consciente— levantó un pulgar tembloroso mientras murmuraba:
—…Eiden… esa chica necesita terapia urgente…
La guerrera infló el pecho.
—Hey, escuché eso. Soy perfectamente normal. Sólo que ustedes son niveles bebé.
—¿Niveles… bebé? —Eiden bajó la cabeza, deprimido.
La chica se acercó a él con los brazos cruzados, inspeccionándolo de arriba abajo.
—Bueno, al menos tienes espíritu. Aunque tu intento de ataque fue… cómo decirlo sin lastimar tus sentimientos…
—¿Valiente? —preguntó Eiden con esperanza.
—Patético.
Eiden se desplomó emocionalmente.
La amiga herida soltó una risita contenida.
—Je… lo mató…
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Una nueva presencia
Antes de que la guerrera pudiera seguir burlándose, el suelo vibró levemente.
Un sonido grave retumbó desde el fondo del bosque, como un gruñido gigantesco.
La chica frunció el ceño.
—…No puede ser. Otro más.
—¿Otro… qué? —preguntó Eiden, ya entrando en pánico.
—Otra criatura del mismo tipo. Pero esta se siente mucho más grande…
—¡¿Más grande?! —Eiden gritó agudo.
—…genial —dijo la amiga, resignada.
Los árboles empezaron a moverse. Pájaros escaparon a toda velocidad.
Algo enorme venía.
La guerrera tomó su arma, sonrió confiada y dijo:
—Ustedes dos retrocedan. Yo me encargo.
Eiden apretó los puños.
—¡N-No! Yo también lucharé!
—¿Otra vez? —El ojo de la chica tembló—. Si te mueves así, sólo me estorbarás.
—¡P-Pero… tengo que ayudar!
—¿Con qué? ¿Con tus golpes que rebotan como almohadas?
Eiden tragó saliva.
Era cierto.
Pero aún así dio un paso adelante.
—…Quizás sea débil, pero… no voy a quedarme quieto viendo cómo arriesgan su vida por mí.
La guerrera lo observó por un segundo.
Y aunque intentó ocultarlo, una pequeña sonrisa honesta apareció en su rostro.
—Hmp. Bueno, muñeco frágil… sólo no mueras.
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La criatura aparece
Los árboles se abrieron de golpe.
Una criatura enorme, de piel grisácea y brazos como rocas vivientes, rugió tan fuerte que el viento los empujó hacia atrás.
Eiden se quedó congelado con la boca abierta.
La amiga murmuró:
—¿Por qué… por qué seguimos vivos?
La chica guerrera giró el cuello, relajada.
—Bueno, Eiden… esta cosa sí es peligrosa. Peligrosa de verdad.
—¿Más que la otra?
—Obvio. Aquella era nivel bajo. Esta es nivel medio… si traigo mala suerte capaz aparece el nivel alto también.
Eiden sintió que el alma abandonaba su cuerpo.
La criatura cargó.
El impacto fue brutal.
La guerrera logró esquivar por centímetros y respondió con un corte veloz.
La criatura retrocedió apenas.
Ella chasqueó la lengua.
—Tsk… este sí que aguanta. Tendré que pelear en serio.
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El pensamiento estratégico en medio de la batalla
Mientras esquivaba un golpe que quebró el suelo, la guerrera pensaba con velocidad:
"Su piel es demasiado dura… mis golpes normales no funcionan. Necesito un punto débil… o una distracción.
Quizás si corta… no. La cabeza está demasiado cubierta.
La garganta… tampoco.
¡La espalda! Cuando gruñe expone una zona blanda en la columna.
Perfecto. Lo mataré de un solo corte. Aunque… ¿cómo diablos lo hago girar?"
En ese momento, Eiden corrió como un idiota con un palo en la mano.
—¡O-oye monstruo! ¡Aquí!
La chica casi se cae.
—¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?
—¡D-Distracción!
La criatura giró hacia él.
Eiden tembló tan fuerte que casi se desmaya.
La amiga gritó desde el suelo:
—¡EIDEEEEN NOOO! ¡ESO NO ES DISTRAER, ESO ES BUSCAR TU MUERTE!
El monstruo cargó hacia Eiden.
Él cerró los ojos, levantó el palo con ambas manos…
Y el monstruo lo mandó volando con un manotazo.
Literal.
Lo voló como 15 metros.
—AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!
La guerrera aprovechó ese movimiento.
"¡Ahora!"
Saltó detrás de la criatura, giró con una acrobacia impecable y bajó su espada con toda su fuerza hacia la zona blanda expuesta.
Un corte limpio.
Preciso.
Letal.
La criatura se congeló… y cayó como un árbol gigante.
Silencio.
---
Después de la batalla
La guerrera cayó de pie, apoyó la espada en el hombro y exhaló.
—Otro día normal para mí.
Eiden estaba tirado en un arbusto, con los ojos en espiral.
La amiga lo vio y suspiró.
—…Vivo está. Pero debería tener revisación de cabeza.
La guerrera se acercó a Eiden y lo levantó de la camisa.
—Oye, muñeco frágil. Te dije que no te murieras.
—Yo… cof cof… lo intenté… —dijo Eiden con voz débil.
Ella rodó los ojos… pero luego, para sorpresa de todos, lo palmeó en la cabeza.
—Buen trabajo distrayéndolo… supongo.
—¿De verdad…?
—No. Pero gracias igual. Me sirvió.
La amiga lo miró seriamente.
—Eiden… por favor… ya no hagas planes estúpidos…
Él sonrió tonto.
—Lo siento… al menos… salió bien…
La chica guerrera soltó una risa.
—Ustedes dos tienen suerte de que yo pasara por aquí. Sin mí… ni quedaban restos para enterrar.
El bosque volvió a la calma.
El viento suave movía las hojas y, por primera vez en horas, no había rugidos, golpes ni explosiones.
La amiga de Eiden estaba recostada contra un tronco, ya tratada con vendas improvisadas por la guerrera. Respiraba mejor.
Eiden estaba sentado en el pasto, con la cara llena de ramas, tierra y un moretón gigante en la frente… pero vivo.
Muy vivo.
Y orgulloso por un motivo que nadie entendía.
La chica guerrera afilaba su espada mientras los observaba de reojo.
—Bueno, ustedes dos… creo que me deben una cena, una historia de aventuras o al menos un “gracias por salvarnos la vida”.
Eiden levantó la mano tímidamente.
—G-Gracias…
La guerrera levantó una ceja.
—Eso fue tan… básico. ¿No tienes algo más emocionante? ¿Más… épico?
Eiden puso cara esforzada, tomó aire y dijo con voz más profunda de lo normal:
—Gracias… por protegernos… poderosa y misteriosa guerrera…
Ella lo miró.
Su amiga lo miró.
Los pájaros lo miraron.
Silencio total.
La guerrera explotó en carcajadas.
—¡JAJAJAJA! ¡¿Qué fue esa actuación?! Parecía que estabas por vomitar poesía.
Eiden, rojo como un tomate, bajó la cabeza.
—Lo intenté…
—Bueno, se agradece el intento. —Sonrió ella.
La amiga suspiró.
—A veces me pregunto cómo es que Eiden está vivo…
---
Un nuevo camino
La guerrera se puso de pie y guardó la espada.
Su mirada, aunque arrogante, tenía un pequeño brillo de respeto.
—Les diré algo. Estas criaturas no atacan por casualidad. Algo grande está pasando en los territorios del norte… y si ustedes fueron atacados dos veces en un día, entonces están metidos en un problema enorme.
Eiden tragó saliva.
—¿Qué tipo de problema…?
Ella se acercó, dio un golpecito en su pecho y declaró con orgullo:
—Un problema tan grande… que me necesitan a mí. Así que desde ahora, me uniré a ustedes por un tiempo.
La amiga abrió los ojos.
—¿Y quién te invitó?
—Nadie. Pero si no me quedo, se mueren en cinco minutos.
—Tiene un buen punto —admitió Eiden.
La guerrera chasqueó los dedos.
—Perfecto. Entonces, desde hoy, viajarán con una guerrera del norte. La mejor de su generación. La invencible. La increíble. La bella. La ú—
—Está bien, entendimos —interrumpió la amiga.
---
La primera caminata juntos
Los tres comenzaron a caminar por el sendero iluminado por la puesta de sol.
La chica guerrera iba adelante, con paso orgulloso.
Eiden la seguía mirando con curiosidad.
La amiga caminaba más atrás, rezando para que Eiden no hiciera ninguna estupidez nueva.
El bosque, que antes había sido terror puro, ahora se sentía…
distinto.
Eiden lo sintió.
Una sensación nueva en el pecho.
Como si, sin darse cuenta, hubiese dado el primer paso hacia un destino enorme… y peligroso.
La guerrera lo notó mirando al horizonte.
—Oye, muñeco frágil. No te distraigas. Para sobrevivir en este mundo, tendrás que hacer algo muy complicado.
—¿Q-Qué cosa?
Ella giró y sonrió desafiante.
—Hacerte fuerte. Aunque sea un poquito.
Eiden la miró con determinación por primera vez en su vida.
—Lo haré.
Su amiga murmuró:
—Espero que no mueras en el intento…
Los tres siguieron caminando, perdiéndose entre los árboles.
El viento sopló.
El cielo se oscureció.
Algo grande, inmenso, muy lejos… se estaba moviendo.
Y así terminó su primer día juntos.
---
— Continuará… —
