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Chapter 18 - capitulo 18 EL MAESTRO CONTRA LA SOMBRA DEL TOP

🌑 Kuchiyuku Ōkoku "El Maestro Contra la Sombra del Top”

El sonido del viento entre los árboles se mezcla con la respiración entrecortada de Eiden.

O, mejor dicho… su intento de respirar.

Su pecho sube y baja como si estuviera tratando de levantar una montaña entera.

La técnica No Respirar siempre cobra factura.

Pero esta vez… casi lo mata.

Max lo observa en silencio. Sus recuerdos todavía latentes:

el pequeño Eiden de 14 años llorando con los puños rotos…

el Eiden de 16 levantándose después de cada derrota…

el Eiden de 17 que, aunque débil, nunca retrocedía.

Ahora lo veía diferente.

Herido, tambaleante… y aun así con esa mirada terca que hacía enojar y admirar a cualquiera.

—Oye… —Max habla en voz baja, casi con orgullo—. Te estás pasando, mocoso.

Eiden sonríe débil, con sangre bajándole por la nariz.

—Entrenaste a un monstruo, Max…

—No —Max responde—. Yo solo te abrí la puerta. Vos decidiste caminar aunque te arrastraras.

Ese momento casi se siente cálido.

Casi.

Porque el aire cambia.

La temperatura cae de golpe.

Las hojas tiemblan aunque no haya viento.

Max gira lentamente.

Una figura aparece caminando entre los árboles.

Sin prisa. Sin ruido.

Como si el suelo mismo le tuviera miedo.

El uniforme oscuro, la capa , el emblema de las Dos Garras Cruzadas brillando en su hombro:

Un Comandante.

No un teniente.

No un general.

Un Comandante real.

El tipo de monstruo que puede destruir una ciudad si tiene un mal día.

—Ah… —Max aprieta los dientes—. Ahora sí estamos en problemas.

El Comandante levanta su mirada. Sus ojos son fríos, analíticos… pero llenos de superioridad.

—Maximiliano Renshō —dice con voz calmada—. Y el chico del que tanto hablan… Eiden A.

Eiden intenta ponerse de pie… y casi se cae.

Max lo sostiene.

—¿Qué quiere un Comandante acá? —pregunta Max.

El hombre sonríe apenas.

—Ordenes. Quieren evaluar al “elegido”. El muchacho que sobrevivió a técnicas que matan a los adultos…

Y comprobar si vale la pena quebrarlo… o ejecutarlo.

Eiden aprieta los dientes.

Sus piernas tiemblan.

Su visión se nublaba.

Pero aun así da un paso adelante.

—Max… —dice Eiden—. Déjame… intentarlo.

Max lo mira como si fuera un hijo al que no quiere ver morir.

—Vos no podés ni respirar, tarado. ¡Es un Comandante! ¡No estás listo!

Eiden sonríe. Una sonrisa temblorosa pero decidida.

—Nunca estuve listo… para nada.

Pero siempre avancé igual.

El Comandante chasquea los dedos.

—Entonces empecemos la evaluación.

El suelo vibra.

Una presión abrumadora cae sobre ambos.

Eiden se arrodilla involuntariamente. La sangre cae otra vez de sus ojos.

Max traga saliva.

Y entonces, con una voz más seria que nunca, dice:

—Eiden… escuchame bien.

Yo voy a pelear primero.

Y vos… no hagas nada.

Vas a mirar, aprender… y sobrevivir. ¿Me entendiste?

Pero Eiden solo mira al Comandante con una furia tranquila.

La misma mirada que tenía el día que juró que sería fuerte, sin importar el costo.

Max da un paso adelante.

El Comandante sonría con burla.

—Así que el maestro primero. Qué clásico.

La batalla está a punto de comenzar.

Perfecto, Big. Vamos de lleno con la Parte 2:

Max vs el Comandante.

Eiden está demasiado débil para interferir.

Riku, Lia y Kael están buscándolos… sin saber que una tormenta ya se desató.

Agarrate, que esta escena va a ser puro fuego.

Los árboles se inclinan.

El aire parece hacerse más pesado.

Y Max… aprieta los puños.

Eiden apenas puede mantenerse arrodillado, mirando con los ojos entrecerrados por el dolor.

El Comandante da un paso adelante.

Sólo uno.

Y con eso basta para romper el silencio como un trueno.

—No te preocupes —dice el Comandante, aflojándose el cuello de la capa—. No planeo matarte de inmediato.

Quiero ver… qué tan alto puede ladrar un perro viejo.

Max sonríe con los dientes apretados.

—Perfecto. Así no tengo que contenerme.

Max desaparece.

Aparece I N S T A N T E Á N E A M E N T E detrás del Comandante.

Su puño cargado de energía.

Una explosión de aire sacude el bosque.

Pero el Comandante simplemente gira el torso…

y frena el golpe con dos dedos.

Max abre los ojos de par en par.

—¿Qué pasa? ¿Eso era todo? —pregunta el Comandante.

—No. —Max retrocede, flexiona las piernas—. Recién estoy calentando.

Max se mueve como un rayo.

Golpes circulares, patadas giratorias, palma directa al pecho.

Cada ataque tiene fuerza suficiente para romper roca.

El Comandante esquiva todo con movimientos lentos, casi aburridos, como si estuviera bailando despacio.

—Tus reflejos son buenos —dice, inclinando la cabeza—. Para un soldado.

Max gruñe.

—Soy más que eso.

—Hm. Para un ex soldado, entonces.

Max lanza un golpe directo al mentón.

El Comandante no esquiva esta vez.

Lo deja pegarle.

El impacto hace un cráter bajo los pies del comandante…

pero él ni siquiera se mueve.

—¿Eso era serio? —pregunta con una sonrisa mínima.

Max traga aire.

Eiden observa con desesperación.

Max invoca su energía.

Sus brazos se tensan como si cargaran mil kilos.

—¡Furia del León Alfa!

Un aura dorada explota alrededor de él.

El bosque entero vibra.

Max avanza con un golpe que partiría a un general en dos…

pero el Comandante lo ataja con una mano abierta.

Como si parara un empujón de un niño.

—Interesante —dice el Comandante—. Esto debe ser… ¿el 100% de tu fuerza?

Max, sudando, responde entre dientes:

—No…

esto…

—¡ES EL 150%! —gruñe Max lanzando un segundo golpe.

El Comandante ni se inmuta.

Luego suelta una carcajada corta.

—Yo estoy usando… el treinta por ciento.

Eiden siente un escalofrío recorrerle la espalda.

—No… —murmura débil—. Max…

El Comandante inclina su cabeza hacia Eiden, divertidísimo.

—El “elegido”… ¿vuestro pequeño protegido?

No entiendo cómo alguien tan débil puede interesar al Top 1.

Max lanza un rugido y se lanza de nuevo.

El Comandante desaparece.

Max apenas logra bloquear un golpe que viene desde atrás…

Pero otro le pega en el abdomen.

Y otro en la mandíbula.

Y otro en la espalda.

El Comandante se mueve tan rápido que parece que hubiera cinco de él.

Max cae de rodillas por un segundo… pero se levanta, sangrando.

—No pienso… dejar que toques al chico —dice con voz ronca.

El Comandante sonríe.

—Qué noble. Qué inútil.

Max carga de nuevo.

El Comandante lo recibe con un rodillazo brutal al estómago que levanta a Max del suelo.

Eiden grita:

—¡¡MAX!!

El cuerpo de Max sale despedido, destrozando dos árboles antes de frenar.

El Comandante se sacude el polvo de la capa.

—Esto se está volviendo aburrido. Si no mostrás algo mejor… lo voy a terminar rápido.

A varios kilómetros, corriendo entre el bosque:

Lia: —Ese sonido… ¿fue un choque de aura?

Riku: —¡Suena como si un titán pateara la tierra! ¡Seguro es Max o Eiden!

Kael, serio: —No… esto es distinto. Es alguien más fuerte. Corran.

Los tres aceleran.

Sin saber que quizá lleguen demasiado tarde.

El bosque entero parece contener la respiración.

Max se sacude el polvo, tambaleándose.

Sus rodillas tiemblan, pero su mirada sigue firme.

No va a retroceder. No mientras Eiden esté detrás de él, casi inconsciente.

El Comandante da un paso hacia adelante.

Uno solo.

Pero cada hoja del bosque cae al suelo como si le pesara el aire.

—Voy a subir apenas un uno por ciento. —dice con calma—.

No porque lo necesite… sino porque quiero ver cuánto más podés resistir antes de quebrarte.

Max traga saliva.

Sabe que ese hombre no está mintiendo.

El aura del Comandante aumenta tan poco que parece un chiste…

pero el suelo se quiebra alrededor de sus pies como si lo presionara un gigante invisible.

Round 4: El 31%

Max se lanza con un rugido.

El Comandante lo esquiva con un movimiento mínimo.

Un giro de muñeca.

Una inclinación de cabeza.

Y luego…

CRACK

Un golpe seco directo a las costillas.

Max siente cómo tres se rompen al instante.

El viento se le escapa del pecho.

Pero él responde con un cabezazo.

El Comandante sonríe.

—Tenés agallas. Lástima que no sirven de nada.

PUM

Una patada al costado.

Ahí van dos costillas más.

Max escupe sangre.

Aun así intenta agarrar el pie del Comandante para hacer una llave.

El Comandante lo deja…

y luego le tuerce el brazo.

CRACK

El hueso del antebrazo se fractura.

Max suelta un grito sordo…

pero no retrocede.

—No… te voy… a dejar… pasar —murmura.

—No tenés que dejarme pasar —dice el Comandante mientras baja la guardia como un maestro aburrido—.

Yo simplemente voy a caminar sobre vos.

La caída

Max intenta una patada giratoria.

El Comandante la bloquea con la rodilla…

y con el mismo movimiento, le rompe la tibia.

CRACK

Max cae al suelo de rodillas, respirando apenas.

El Comandante lo toma del cuello con una sola mano y lo levanta.

Eiden, temblando, intenta ponerse de pie, pero sus piernas no responden.

—D-déjalo… —susurra.

El Comandante ni siquiera lo mira.

—No deberías hablar. Ya consumiste demasiado tu cuerpo con esa técnica ridícula de no respirar.

Agradecé que el Top 1 quiere que vivas… por ahora.

Max, colgando del cuello, escupe sangre en la cara del Comandante.

—No… lo… toques.

El Comandante sonríe apenas, como quien mira a un insecto testarudo.

—Perfecto.

Entonces empecemos a romper algo más importante.

Lanza a Max contra el suelo.

El impacto abre un cráter, levantando tierra y raíces.

Max queda inmóvil por un segundo…

el pecho hundido, el brazo colgando, la pierna rota.

—Es impresionante que sigas vivo —comenta el Comandante—. Pero ya está.

No resistís otro golpe.

Mientras tanto…

Lia detiene la carrera de golpe.

—…Siento algo.

La energía de Max… está cayendo.

Kael frunce el ceño.

—No es que esté cayendo.

Es que lo están aplastando.

Riku mira hacia adelante, aterrorizado.

—¿Y-ya están peleando contra ese tal comandante?

—No —responde Kael, apretando la mandíbula—.

Están siendo destruidos.

—¡CORRAN! —grita Lia con lágrimas—. ¡Max nos necesita!

Los tres aceleran, empujando al límite sus cuerpos.

Pero el choque de energías que sienten adelante…

es monstruoso.

El aire vibra.

El comandante suelta a Max y da un paso atrás, como si quisiera ver cuánto tarda en dejar de respirar.

Max cae de rodillas.

Su brazo cuelga.

Su pierna rota no lo sostiene.

Las costillas rotas cortan su respiración.

Pero sus ojos…

Sus ojos siguen vivos.

Más vivos que antes.

—Todavía no te rendís —dice el Comandante, cruzándose de brazos—.

Qué terquedad más… entretenida.

Max apoya la mano sana en el suelo.

Aprieta los dientes.

Siente cómo su propia sangre le llena la boca…

Y entonces pasa.

Una onda de calor recorre su columna.

Su visión se ilumina.

Las venas de sus brazos brillan como cables encendidos.

Un aura oscura, violenta, se expande alrededor suyo.

No es elegante.

No es divina.

Es pura rabia humana comprimida.

El Comandante abre un ojo, sorprendido.

—¿Así que esto era tu despertar? Interesante.

Max se levanta, aunque el crujido interno suena como vidrio rompiéndose.

—Todavía… no terminé.

Y desaparece.

¡PUM!

Aparece frente al Comandante y le clava un puñetazo en el estómago.

Un golpe seco que hace vibrar el aire.

Luego otro.

Y otro.

Y otro.

Max golpea con todo lo que tiene.

Con el brazo roto.

Con el torso hundido.

Con la respiración cortada.

Con el alma ardiendo.

Cada golpe deja una marca en el Comandante.

Y por primera vez…

el comandante sonríe en serio.

“ESTO YA ES OTRA COSA…”

El Comandante limpia un hilo de sangre de la comisura de su boca.

—Excelente. EXCELENTE.

Hace tiempo que nadie me hacía sentir algo.

—Callate… —gruñe Max, jadeando—. No vine… a entretenerte.

El Comandante desaparece.

Max apenas puede reaccionar.

¡WHAM!

Un puñetazo directo al hígado.

Tan fuerte que Max siente como si algo se rasgara por dentro.

La sangre le sube a la garganta.

Antes de caer, el Comandante lo toma por la cara.

—No te voy a matar. Aún.

Pero me gustaría dejarte un recuerdo.

Y entonces…

¡CRACKKK!

Le hunde el puño en el costado izquierdo del pecho.

El hueso colapsa.

Algo se desgarra.

Max siente un dolor tan puro que su mente se queda en blanco.

Su pulmón izquierdo se tritura como papel mojado.

El Comandante lo suelta.

Max cae de rodillas, escupiendo sangre oscura.

El aire no entra.

Cada intento de respirar es como apuñalarse desde adentro.

—Ahora sí. —dice el Comandante con placer—

Esto se pone… artístico.

Mientras tanto, muy cerca…

Lia siente un golpe en el pecho.

—…Max…

¡MAX! —grita con desesperación.

Riku palidece.

Kael aprieta las mandíbulas.

—Rápido. Si no llegamos en menos de un minuto, muere ahí mismo.

Y los tres se lanzan a un sprint que rompe ramas, raíces y suelo.

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